lunes, 31 de mayo de 2010

El Fin de Second Life

Dolcemare: Hace dos meses y medio que abandonaste Second Life. ¿Extrañás?

Napoleón: Definitivamente sí. Pero no sé si el software en tanto tal o un tipo de usuario que encarné en algún momento casi sin darme cuenta. Fueron años en el metaverso. No siempre lo experimentás del mismo modo.

D.: Ahora que decidiste estar afuera ¿cómo describirías tu estilo de avatar? Quiero decir: tus estrategias de juego, de utilización del software.

N.: Me veo claramente como un utopista. Ingresé a Second Life para experimentar las posibilidades de un metaverso que sabía complejo. Poco a poco me fui dando cuenta que se trata de una oportunidad maravillosa para conectarnos con otras personas de otro modo. Pero lo cierto es que conocí muy pocos usuarios que realmente quisieran llevar a fondo su experiencia avatar.

D.: ¿Y qué sería llevar a fondo una experiencia avatar?

N.: No insistir en el avatar como si fuera el reflejo de un espejo más o menos deformante. Un avatar no es otra cosa que una manera de objetivar tu imaginación en torno a un yo. Un yo que sirve para compartir experiencias desde lo imaginario.

D.: ¿Lo imaginario sobre lo físico?

N.: Es la posibilidad que te ofrece este universo digital: fundir lo virtual con lo imaginario. Para mi la imaginación (mi imaginación) es importantísima. Mi identidad en el mundo no-digital está mediada todo el tiempo por la imaginación.

D.: ¿Lo que extrañás de Second Life es este modo particular de articular tu imaginario?

N.: Ni más ni menos. Sigo creyendo que uno de los mejores modos de conocer a alguien es entendiendo cómo utiliza su imaginación, que no es más que la más vigorosa puesta en marcha de lo que entendemos como deseo. En la imaginación nuestros deseos se vuelven más complejos, a mi modo de ver más interesantes.

D.: ¿Imaginación visual?

N.: No. No sólo. Imaginación en tanto motor de estrategia de sobrevivencia en un contexto cada vez más contaminado.

Criogenado blog de Napoleón Baroque.

Imágenes de Nur_Moo.

martes, 25 de mayo de 2010

Manifiesto Procrastinante


El historial de tu máquina es pura acción.
Tu labor. Son tus elecciones. Es un software que funciona como un detective y a la vez como un diario personal de tus movimientos virtuales.
¿Qué hacemos en la web? Muy simple: navegamos todo tipo de información.
El historial no es otra cosa que el minucioso mapa de tus movimientos.
Una web es ante todo tiempo.
Y tu presencia en ese tiempo es tu historial: ni más ni menos que una lista.


(Clickear sobre la imagen para agrandar). Soy usuario de Google Chrome (la web es ante todo un instrumento y, ya lo sabemos, nos determinamos en nuestras posibilidades de instrumentistas).
Una herramienta muy gráfica, especialmente el historial. Mi memoria de archivo en estado crudo.
En este sentido mis blogs, tanto Cippodromo como Cippodromon, son mis archivos razonados. Nada distinto al núcleo duro de mi actividad web: un muestrario de links que son los que más se reiteran en el historial de mi máquina.
Por suerte, mi vida web es sólo una parte no tan extendida de mi vida a secas. Con esto quiero decir: mi vida web no duplica para nada a mi vida unplugged. La continúa, sí. Muy parcialmente. De aquí mi anfibiedad: sólo un porcentual pequeño de mi deseo de información se articula en la red.


Todos somos procrastinautas. Avanzamos y delineamos una buena parte de nuestros días en las oscilaciones de nuestro procrastinar.
Por lo mismo, propongo un manifiesto-manual-de-instrucciones cuyo centro sea el siguiente: todos los días, antes de apagar la máquina, detenernos a observar minuciosamente y sacar conclusiones de nuestro historial.
Procrastinemos, sí. Pero sepamos cómo.
Seamos procrastinadores autoconcientes.
Politicemos nuestro tiempo.

sábado, 22 de mayo de 2010

Teorizar


Teorizar poco se parece a explicar.
Jamás creí que teorizar se determine en dar una respuesta.
Por el contrario. Soy de los que sostienen que no existe mejor narrativa que la teoría. Y al revés. La narrativa que más me entusiasma es incisivamente teórica. Es algo muy elemental: teorizar implica construir preguntas.
Cada teórico se define en lo que realiza con esas preguntas.


Leo a McLuhan:

“Soy un investigador que arroja sondas. Carezco de una posición o un punto de vista determinados.
Nuestra cultura sólo acepta a quienes se mantienen en posiciones fijas. El que se mueve y traspone límites es un delincuente y un belicoso. Todo explorador es cabalmente contradictorio. Nunca sabe en qué momento hará algún sorprendente descubrimiento. Carece de sentido hablar de coherencia respecto a un explorador, porque si éste se propusiera ser coherente no se movería de su casa.

No explico.
Exploro.”

miércoles, 19 de mayo de 2010

Walt Disney se descongeló y Frank Chu salió en defensa de Albertino

El siguiente fragmento es parte de un texto buenísimo de Leonello Zambon titulado Masomenos realidad (si te digo la verdad te miento).
No se lo pierdan.


Una amiga me prestó un breve libro de Jonathan Lethem suponiendo que iba a interesarme. Ella estaba en lo cierto. El título original del texto es The ecstasy of influence: A plagiarism publicado originalmente en Harper´s Magazine en febrero de 2007, la versión en español fue rebautizada Jonathan Lethem contra la originalidad.


Este brevísimo texto es una invitación feroz e inteligente al desapego creativo y al robo a mano armada en lo que a materiales y fuentes creativas podamos imaginar. La idea de la cultura como propiedad privada es desarticulada sutilmente a través de una defensa de la cultura del regalo que desbarata la noción de derechos de autor como ley en tanto absoluto moral, pensándola más bien como una negociación constante, imperfecta cada vez. A su vez es un texto que nos traslada casi sin percibirlo de relato en relato: textos fragmentarios y disconexos entre sí se articulan como cuando tejemos semejanzas entre los paisajes y situaciones que se suceden sin orden aparente al realizar un paseo distraído y despreocupado.


Es en estos paseos distraídos, sin embargo, cuando nuestra percepción se sitúa apenas distante de aquello que solemos definir como lo que somos y… algo puede temblar tal vez. Quiero decir: superando la imagen funcional del “yo” que reafirmamos una y otra vez como herramienta para realizar transacciones (de todo tipo: morales, económicas, afectivas, intelectuales) se abre la posibilidad del conocimiento por el montaje. Y en el montaje no puede haber realidades fijas, imperturbables. Ni siquiera las dictaduras del yo. Yo soy otro. Otro que rápidamente se adaptará a otro yo. Sin pecar de maníaco. Mas bien pensando en un “yo funcional anfibio”, que no deja sin embargo de fallar en sus intentos por reafirmarse y adaptarse a su función mutante.


Basta de rodeos. Digámoslo de una vez por todas: en el texto de Lethem me sedujo antes que nada su teoría de la Disneygación de las fuentes, es decir, como de manera hipócrita la compañía Disney engrosa su catálogo de personajes e historias a partir del trabajo de otros (Blanca Nieves y los siete enanitos, Alicia, El Libro de la Selva, etc.) para apropiarse los derechos sobre este material y defenderlo como si de un botín de guerra se tratase.


A partir de su contagio e influencia comencé a escribir este informe un tanto tartamudo.


Tecleé Walt Disney en Google y me enteré por primera vez que de muy joven su sentimiento patriótico lo impulsó a presentarse como voluntario en la primera guerra. Falsificó su acta de nacimiento y fue admitido en la Cruz Roja, sin embargo nunca pudo entrar en combate. También leí que cuando terminó su entrenamiento y fue trasladado a Europa, Alemania había firmado el armisticio, y la guerra había terminado. Walt entonces fue seleccionado para conducir ambulancias. Allí se dedicó a transportar a oficiales, jugar al póker y pintar cascos con colores de camuflaje, golpeándolos para que parecieran usados en combate y vendiéndolos a los americanos que buscaban souvenirs de guerra. Todos estos datos me parecieron irrelevantes. Tal vez porque lo que deseaba saber no era tan fácil de hallar. En principio, no sabía lo que deseaba saber. Así que suponía no saber como hallarlo. Creo que el interrogante que me zumbaba en el oído era algo relacionado a esta pregunta: ¿el viejo Walt y su ratón, porqué siempre ríen? Y también ¿es que ríen por lo mismo?


En una vieja foto con la que dí consultando Wiki a propósito del viejo Walt, se lo puede ver hacia el final de la Gran Guerra, posando frente a la ambulancia de la Cruz Roja que conducía en Francia. Como en muchas otras fotografías posteriores, Disney aparece junto a una caricatura, solo que esta vez no se encuentra acompañado por su fiel e incondicional aliado el ratón Mickey. El dibujo realizado por él mismo parece representar a un suboficial, o probablemente a un integrante de la Cruz Roja. Tal vez incluso se trate de un autorretrato. Walt y su doble, a escala uno en uno, él con una expresión rígida en el rostro y las manos ocultas en los guantes negros (es la única fotografía en la que lo recuerdo serio). Por otro lado su clon inanimado trazado sobre la lona espesa y curtida de la ambulancia, diminutos ojos redondos de mirada hueca descansando sobre una bocaza sonriente hasta la estupidez.


Otros dos dípticos de Walt y sus caricaturas (esta vez si acompañado por Mickey) también llamaron mi atención. En ambas fotos se lo puede ver con un instrumento de dibujo poniendo fin a un último trazo. Uno se trata aparentemente de una pluma y el otro es una tiza, lo que da un carácter de provisionalidad al dibujo. Esta es la primera diferencia que llamó mi atención. Un trazo rígido, firme y cubierto de tinta negra en uno de los dibujos y un trazo inconcluso, abierto, que deja traslucir los trazados reguladores del círculo que forman la cara del archifamoso ratón en el otro. En el dibujo a tinta el último trazo que parece cerrar Disney con su pluma también describe un círculo: pero esta vez no se trata de la cara del ratón sino de la circunferencia que constituye el punto de la “i” de su apellido. Es que uno de los dibujos se encuentra firmado y el otro no. Segundo rango de provisionalidad del dibujo: uno funda cimientos desde la autoría, el otro navega y dialoga desde un hacer circunstancial. A su vez este círculo parece duplicarse y desplazarse hacia el ángulo inferior izquierdo de la imagen, para contener la “c” que determina el signo de copyright. En un doble juego de firmas, el autor se convierte en una marca definida mediante su propio nombre. Un último rango de provisionalidad que resulta interesante señalar es a partir de la idea de retrato. Podríamos afirmar que sin mirada no hay retrato. De hecho el retrato no solo se sostiene a partir de un juego de semejanzas entre el retratado y su imagen. Más bien es la tensión que produce la mirada “viéndonos” a través de la imagen.


Lo que nos mira en aquello que vemos da un carácter provisional a la imagen ya que esta nunca terminará de hacerse, redibujándose una y otra vez a partir de este juego de miradas. Una forma de eludir lo que hay de mirada en lo que vemos consiste en aplanar las imágenes. Aplanar la imagen al punto de no leer espesores ni superposiciones posibles. El grado cero de aplanamiento en relación al retrato es la traslación geométrica frontal a la posición de perfil. Allí se pierde toda complicidad posible entre las miradas. Los retratos de perfil son antes que nada no-retratos, contornos forjados en acero, más durables pero también más ciegos. Aquello que se gana en permanencia es tal vez lo que sedujo a los primeros que dieron a la moneda y los valores de intercambio una imagen reconocible. Los rostros de emperadores representados de perfil en los bronces romanos cumplen una función devastadora como signos políticos y económicos de la permanencia. La cabeza descubierta de Nerón como César mirando hacia la izquierda. Mirando hacia el infinito. Mirando con un ojo ciego la otra cabeza, la del rostro descubierto de Walt mirando a su vez hacia la izquierda el rostro de su ratón, mirando al César.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Taller Scanner Mundi


Taller Scanner Mundi
Otra antropología para las prácticas artísticas.
Dictado por: Rafael Cippolini
Centro Cultural de España Córdoba
Días de cursado: jueves 13 y viernes 14 de mayo de 10 a 14 hs.
Abre: 26 de abril

Tema:
¿Aquello que durante tres siglos conocimos con el nombre de estética es una especie en extinción? ¿Qué significa percibir en tiempos de inconsciente informático y cultura digital? ¿Con qué herramientas trazar un diagrama de las incesantes mutaciones en la ecología de las formas? ¿Por qué la Historia del Arte nos resulta hoy tan limitada? ¿De qué modo se manifiesta el nuevo tradicionalismo cuando las nuevas tecnologías se presentan más y más tribales? ¿Nuevos mitos, nuevos ritos?

Dirigido a:
Todos aquellos interesados en las estéticas contemporáneas, ya en el arte, la literatura, la crítica, el cine y las nuevas tecnologías.

Patafísicos somos todos

Hoy en La Voz del Interior

Rafael Cippolini presenta mañana el libro ‘Patafísica, un volumen dedicado a la “ciencia de las soluciones imaginarias”. Por Demián Orosz


La furiosa diversidad de sus miembros y el abanico de ideologías que conviven en su interior alimentan (entre otras cosas) la fascinación que Rafael Cippolini siente por la ‘Patafísica. El progenitor del término fue el francés Alfred Jarry, con la obra Ubú Rey y, sobre todo, con Gestas y opiniones del Doctor Faustroll, patafísico. Pero esta “ciencia de las ciencias”, como la conciben sus adeptos, existe desde mucho antes. Desde siempre, en verdad. Es más, el universo conocido (y el desconocido) es patafísico.

La ‘Patafísica (así, con apóstrofe) germinó de muchas maneras y soporta varias definiciones. Un método, un rito, un arte de la existencia. Quizá nadie discutiría lo siguiente: es la “ciencia de las soluciones imaginarias” y las leyes que rigen las excepciones. Posee un calendario propio (en patafísico hoy es: 23 de Palotin de 137 EP), instituciones y sus correspondientes dignidades. Cippolini es Regente de Historiografía y Deambulaciones Pataporteñas del Colegio de ‘Patafísica, y en el Instituto porteño es Admirable Nababo.

El año pasado contribuyó decididamente al “desocultamiento” de textos y saberes con ‘Patafísica. Epítomes, recetas, instrumentos y Lecciones de aparto (Caja Negra), un volumen que incluye escritos de Jarry, Valéry, Roussel, Eric Satie, René Daumal, Julien Torma, documentos sobre el muy galo Colegio de ‘Patafísica y la pata argentina de esta excéntrica maravilla. El curador y ensayista vendrá a presentar el libro este jueves a las 19.30, en el Centro España Córdoba.

–¿Cuándo te interesaste en la ‘Patafísica?
–Consignemos dos momentos. Primero, la temprana lectura (tenía entonces 13 ó 14 años) de un ensayo sobre la materia de Jaime Rest que por alguna razón me dejó bastante perturbado (recordemos que fue un insigne patafísico porteño, y que dedicó su traducción del libro de relatos de John Lennon “a Juan Esteban Fassio y los miembros argentinos del Colegio de ‘Patafísica”). Segundo, la tarde en que conocí a mi maestra Eva García. Fue en su residencia náutica de la calle Reconquista. Simplemente se me acercó, me olió y me dijo: “el pensamiento es una mierdra”. En ese mismo momento sentí que el virus ya estaba inoculado en mí.

–¿Cómo te hiciste miembro, y qué requisitos cumpliste para integrar el Instituto de Altos Estudios Patafísicos de Buenos Aires?
–Cuando conocí a Eva el Instituto estaba aletargado, es decir, no realizaba manifestaciones externas. Después de estudiar ‘Patafísica durante un buen tiempo (la biblioteca de Eva sobre el tema era gigantesca) le propuse iniciar de inmediato el desletargamiento y comunicárselo al Colegio de ‘Patafísica. Un mes mas tarde, el Trascendente Sátrapa Fernando Arrabal estaba en Ubuenos Aires bendiciendo el renacimiento de la institución patafísica por fuera de Francia más antigua del planeta. Lo cierto es que Eva ya me había olido, no se necesitaban más requisitos.

–Da la impresión de que una vez que se entra en la ‘Patafísica ya no hay salida. ¿No es en cierto modo una concepción totalizante, como un panteísmo? Desde el punto de vista patafísico, el universo es patafísico y el que lo niegue es un patafísico pero ingenuo…
–¡Es que nunca necesitamos entrar! Si no existiéramos, también seríamos patafísicos de todos modos. Digámoslo al revés: no es que no haya salida, sino que tampoco existen entradas. Donde sí podemos ingresar es al Longevo Instituto de Altos Estudios Patafísicos de Buenos Aires o al Colegio de ‘Patafísica. De este modo reafirmaríamos que podemos ser ingenuos en todo, menos en la Ciencia del Doctor Faustroll.


–No se deja encapsular como literatura, es una apelación a lo imaginario, tiene rituales y un lenguaje propio. ¿No son estos rasgos de otros movimientos como el surrealismo?
–En absoluto. Los surrealistas tenían en su programa cambiar el mundo. Los patafísicos no necesitamos cambiar nada. Por otra parte, la patafísica existía antes de que existiera nuestra galaxia y nuestro sistema solar. No podemos decir lo mismo de las huestes de Breton. Por último, los dominios del surrealismo son los del siglo XX. Diversamente, la ‘Patafísica está más allá y más acá del tiempo. Es cierto que muchos artistas filiados al surrealismo, como Duchamp, Max Ernst y Man Ray fueron autoridades del Colegio de ‘Patafísica. Pero también lo es Benoît Mandelbrot, tan conocido por sus trabajos sobre los fractales, y esto no significa que todos los patafísicos seamos matemáticos. Y también lo fue Baudrillard, y de hecho no somos simulacros. Al menos no todos.

–¿Se puede pensar en una lógica anticapitalista de la ‘Patafísica, pese a la inutilidad rigurosa de sus investigaciones y al hecho redimirse de la tarea de curar la Historia?
–El Colegio supo albergar en sus filas a furiosos anticapitalistas, como es el caso del Trascendente Sátrapa Enrico Baj, pero lo cierto es que por definición nos negamos a generalizar. Al fin de cuentas, el anticapitalismo es tan patafísico como el capitalismo. El Colegio de ‘Patafísica sabe albergar tanto a furibundos anarquistas como virulentos monárquicos. Las ideologías mas contrastadas son parte de su folklore interno. Particularmente, me seduce esta salvaje pluralidad.

–En tanto arte que permite a cada cual vivir como una excepción, ¿la ‘Patafísica conecta con una estética de le existencia?
–Sin duda de la ‘Patafísica puede deducirse una estética, del mismo modo en que se puede hacer algo parecido con el turf. Recuerdo que el poeta Alberto Girri recomendaba frecuentar las carreras como fórmula para mejorar nuestro gusto. La ‘Patafísica es tan estética como un cinocéfalo papión fuera de control. También como un nido de carancho.

–¿Estás llevando a cabo estudios patafísicos sobre algún tipo de objeto?
–En este mismísimo momento me encuentro cerrando un dossier sobre Macedonio Fernández y la patafísica porteña que será publicado en Francia en unos meses (se trata nada menos que de una Macedónica Aplicada). Es más, lo adelanté en el Observatorio Astronómico de Córdoba hace algunos años (el tiempo pasa muy deprisa). Pero también prosigo con mis investigaciones habituales, como el estudio de las filiaciones probables e improbables entre Orélie Antoine de Tounens, Rey de la Patagonia y Araucania y el Nahuelito, monstruo milenario que fue avistado por primera vez en el lago Nahuel Huapí hace exactamente 100 años. No puedo decir que haya obtenido conclusiones definitivas, pero sí que todo está muy bien documentado.

–“La patafísica es una recusación del positivismo, una reacción bufonesca contra la doctrina del progreso en la época”. Así la define en un artículo Christian Ferrer. ¿Estás de acuerdo?
–Digámoslo así: ni Raymond Roussel ni Alphonse Allais ni el mismísimo Jarry estarían de acuerdo con esta proclama. Por supuesto, sí Enrico Baj o Asger Jorn. Por mi parte me niego a pensar un mundo en el que no exista Atari. ¿Qué habrá querido decir con lo de “bufonesca”?

Presentación y proyección
Patafísica. Epítomes, recetas, instrumentos y Lecciones de aparato (Editorial Caja Negra, traducciones de Margarita Martínez) se presentará mañana a las 19.30 en el Centro Cultural España Córdoba (Entre Ríos 40). Estará presente el autor y se referirán a la obra Mariana Robles y Demian Orosz. Proyección: se verá el filme El zoo de Zaratustra, de Karin Idelson y Rafael Cippolini. Audición: Evatrónica Aplicada, obra de Alan Courtis.

domingo, 9 de mayo de 2010

Tokonoma 14

Japón desde 55 palabras: ya llega la nueva Tokonoma.
Imperdible.
¿Quieren saber un poco más? Hagan click sobre la imagen.

lunes, 3 de mayo de 2010

Información desocultada


¿Cómo sucedió?
Lo que sabemos (que no es mucho) es lo que leemos en los foros. Blogger no contesta directamente sino que nos remite a las discusiones que se van generando. Por lo cual, finalmente, no existe una voz de respuesta sino hipótesis de usuarios y también de gente de Blogger.


El 19 de marzo comenté que repentinamente, todas mis intervenciones en mis comentarios (no así los mensajes de otros) habían desaparecido. Del mismo modo, la semana pasada me percato que, así como habían permanecido ocultos, de un momento para el otro reaparecieron en su sitio.
Sin ninguna respuesta precisa.


Ya me había pasado con Google Analytics. Toda la data generada durante meses un día desapareció. El software me indicó que debía reinstalarlo y ya.
No deberíamos olvidar nunca esta experiencia. ¿Qué tan previsores somos con el backup? Sabemos que se trata de resguardar lo que nos interesa y entregarnos a la posibilidad de que desaparezca el resto de la información que generamos o ayudamos a generar. Lo cierto es que muchas veces vamos entendiendo sobre la marcha que ciertas cosas pueden tener su importancia.
El valor que le damos a cada una de las ramificaciones de lo que hacemos también es dinámico.