martes, 16 de diciembre de 2008
Luthier de Freaks
Sobre Windows 77: Fantasía de Marcelo Alzetta
¿Fuera de qué? De nada.
Un freak (cualquier freak) nunca es un desubicado. Menos todavía un inadaptado. El que jamás está en su sitio es quien intenta catalogar, clasificarlo.
Antes que nadie, Alzetta entendió que un freak no será nunca (como Borges y Mujica Láinez pretendían de Lugones) un fenómeno de la naturaleza (una malformación, acotaría Dino Buzzati). Por el contrario, un freak (comenzando por Frankenstein y continuando por Mr. Hyde y luego por todo el staff de DC y Marvel) es un ambicioso programa-producto de laboratorio, un éxito (voluntario o no) de gabinete.
Los freaks recorren todos y cada uno de los recodos de la historia y las geografías. Invariablemente por delante.
El freak no posee la visión (no es un visionario). Por el contrario: él es la visión.
Prosiguiendo con el silogismo, Philip K. Dick (quintaesencia emocional de los freaks si es que algo así existe) sabía que no era necesario estar de ácido porque el mundo es un ácido.
Cuando la realidad miente, el freak sólo dice lo justo: en tanto dandy (recordemos ahora a Audrey Beardsley y a sus criaturas) permanece inmutable en su autoconcepción.
El título de la exhibición es un hallazgo de contundencia mayor: si Alighieri sentenció oportunamente que "llueve en la alta fantasía", Windows 77 es un maravilloso ejemplo (al igual que el steampunk) de ucronía retrospectiva.
Es que no hay freak sin pasado mutante (su pasado es el que muta, mientras que él sigue idéntico a sí).
De todas las muestras exhibidas en este momento en Buenos Aires esta es, sin dudas, la más elegante.
Lo observé en otra oportunidad: Alzetta es Yves Saint-Laurent en una dimensión paralela.
Esa dimensión que no es otra que no es otra que la nuestra, pero mejorada.