martes, 8 de septiembre de 2009
Drogas fantásticas
Napoleón: Me gustó la expresión tráfico de imaginarios. Me remite a dos usos habituales (o más exactamente dos aplicaciones) de la palabra tráfico: al movimiento y cauce de los vehículos en una ciudad (cuando decimos “cuánto tráfico tiene esta calle”) y por otra parte a la circulación de mercancías, a los circuitos (especialmente los ilegales, por ejemplo “tráfico de drogas”). Ambos modos se entremezclan en mi cabeza con respecto a los imaginarios y Second Life.
Dolcemare: Finalmente es lo que me retuvo en el uso de este software. Lo venimos hablando desde hace tiempo: ni siquiera los videojuegos disparan las fantasías de los usuarios tanto como los metaversos. Cuando diseñamos una ciudad virtual o un avatar estamos modelando deseos, justo en el punto donde éstos se homologan a las fantasías.
L.: Es que todos fantaseamos de algún modo. Es más, creo que nos definimos en nuestras formas de fantasear.
D.: Y la fantasía siempre es fantasía aplicada. Jamás podría ser abstracta, ni siquiera amorfa: se determina en formas, volúmenes, objetos bien precisos, por más virtuales que resulten. Esto es: significantes, significantes, significantes. Las historias que nos cautivan no son más que variaciones de entramados entre deseos satisfechos o insatisfechos y fantasías materializadas o inalcanzables.
L.: La virtualidad y la fantasía, una y otra vez, resultan cara y ceca de la misma moneda. Second Life transforma la fantasía (mediante la virtualidad) en información, en valor de intercambio. Nisei Oh diseña lencería erótica virtual: ¿acaso su mercado no es doblemente virtual y multiplicador de fantasías? ¿Acaso su motor no es un deseo doblemente virtual?
D.: ¿El deseo es virtual? Creo que nunca lo es. Por el contrario, los que atacan las fantasías insistentemente virtuales lo hacen en tanto denuncian un deseo que creen postergado, demorado, reprimido. Sin dudas, y prosiguiendo con lo que decías recién, observo que existen dos tipos de usuarios de Second Life: aquellos que utilizan al metaverso como etapa conclusiva (la virtualidad como un capítulo cerrado) y aquellos (la inmensa mayoría) que se asustan o molestan con esta posibilidad.
L.: Son los que definen a Second Life como un chat 3D.
D.: Sin embargo les encanta verse de otra manera, en otros contextos. Caso contrario utilizarían MSM o Skype.
L.: Volvamos al tráfico de imaginarios. Sin dudas el contacto funciona cuando cada uno de los avatares logra sumergir al otro en su fantasía.
D.: La fantasía es una droga fantástica. El tráfico de imaginarios en Second Life debería avanzar cada vez más en este sentido.
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