sábado, 7 de noviembre de 2009
Más Miradas
Eduardo Rey (Sin título, 1995)
Según creo recordar, el último libro publicado en vida por William Burroughs es My Education (1995), la minuciosa trascripción de sus sueños. No debería resultarnos curioso que las historias que allí nos narra sean bastante menos oníricas que muchas de sus novelas. Y es que el autor de Naked Lunch sabía perfectamente que el siglo XX exterminó cualquier extrañeza por simple expansión: todo nos resulta exótico porque es el mundo el que se volvió (más) exótico. Y en esta anomalía advertimos su belleza: cada cuerpo, como parte inescindible de su paisaje, parece extraído de un sueño (cuerpos soñados). Pero ¿acaso la contracara del American Dream no fue también otra visión? Un hechizo de la percepción, como aquella mirada maravillada y oscura que durante décadas fue desplegando Edward Hooper lienzo tras lienzo. Esta imagen lo deja en claro: no es que fotografía y pintura se parezcan, sino que la realidad ingresa en ellas mediante esa belleza que nos hace sospechar de la existencia de lo que llamamos vigilia.
Karin Idelson (Sin título, 2004)
Mario Praz insistió alguna vez en que la emoción “es cosa natural, hasta demasiado natural para que no introduzca una nota hiriente, discordante en el reino de la belleza pura”. Curiosa lesión para el reino de las ideas: una inquietud que altera un antiquísimo equilibrio. La intempestiva Camille Paglia nos recuerda en su libro Sexual Personae que el nombre de Nefertiti significa “la hermosa llega”. “Nefertiti, que es lo opuesto a la Venus de Willendorf. Es el triunfo de la imagen apolínea sobre la deformidad de las fuerzas de la naturaleza. Irradia glamour. Posa inmóvil en actitud apolínea y mira demónicamente, como una Gorgona”. El encuadre de la fotografía que nos ocupa provoca la misma tensión, el mismo disturbio. Algo tan inmediato como un abrazo (un abrazo festivo, podríamos acotar) tan preciso como sugerente. ¿Por qué invariablemente vemos más o menos de lo que en verdad creemos ver? ¿Acaso no fue Nietzsche quien dijo que “experimentar algo como bello significa experimentarlo necesariamente en forma errónea?”
Alicia D’Amico (Sin título, 1980)
Escribí hace tiempo para el catálogo de una muestra del fotógrafo y guitarrista Yamandú Rodríguez: “Podríamos comenzar por definirnos así: somos la única especie (animal o no) que se desviste. Por supuesto, nos resulta tan imprescindible ponernos la ropa como sacárnosla. Es algo que todos hacemos millones de veces a lo largo de nuestras vidas. (…) ¿Nos vestimos para desvestirnos o al revés?”. Cualquier historia cultural de la belleza humana debería enunciarse justo en este tránsito. En el catálogo al que hice referencia también cité a la novelista inglesa Angela Carter: “nuestra carne nos llega desde la Historia, como todo. Podemos creer que copulamos libres de todo artificio social; en la cama hasta nos parece tocar los fundamentos mismos de la naturaleza humana. Pero nos engañamos. La carne no es un universal humano irreductible.” Cada cuerpo dice lo suyo, como en esta foto en la que los desnudos charlan.
Publicado originalmente en el especial de la revista Ñ dedicado a la belleza el sábado 24 de octubre.