Tractatus Fragilitatis
¿Cómo le explicarías a un incrédulo alienígena que los restos de tu civilización -la única que conocemos, después de todo- simplemente no se esfuman y saltan del sueño al inventario de tu experiencia?
Como si la posología fuera
40% de Pontormo, 20% de Tarkovsky, 18% de Macedonio Fernández, 21% del Ischigualasto de Raquel Corner (y su marido).
¿Qué es acaso un episodio, al fin de cuentas, sino un intermedio en una tragedia?
Hasta lo efímero se solidifica en el aire.
¨La mente es una ciudad como Londres
humeante y populosa: es una capital
como Roma, en ruinas y eterna,
marcada por los monumentos que ya
nadie recuerda. Así la mente, como Roma, contiene
catacumbas, acueductos, anfiteatros y palacios,
iglesias y estatuas ecuestres, caídas, rotas o mancilladas.
La mente posee y es poseída por todas las ruinas
de cada delebración prohibida de las generaciones¨.
Delmore Schwartz, Overtura.
Nunca conseguimos olvidar.
La memoria es una golosina extranjera.
Roma, Caracas, Londres, Buenos Aires, Mar del Plata,
podríamos permutar cada nombre propio
y la ecuación solo se fortalecería.
¿Qué más improbable, qué menos soñado?
Como una tantálica tradición
al alcance de otras manos.
Informalismo óseo, clinamen semántico,
fuentes de luz, colores geometrizados.
La fragilidad se extiende, ilimitada.