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En los sesenta todo comenzó a suceder en la televisión (la pantalla no estaba sólo en el cine, sino dentro de tu casa). Hoy también está en tu bolsillo (en tu celular) y en tu bolso o mochila (en tu laptop). En los sesenta el arte comenzó a mirarse globalmente desde las pantallas, más allá del cine. En una muestra como
La Menesunda (de
Marta Minujín y
Rubén Santantonín, de 1965) los espectadores se veían a sí mismos en la tele mediante un circuito cerrado. Si
Pettoruti se escandalizaba en los años cuarenta porque las obras de arte podían enchufarse (
Kosice y sus obras de neón mediante), en los sesentas un happening ¡la última avanzada de resistencia del aura perdida! podía verse en la televisión pública argentina. De eso trata (además de otras cuestiones) la muestra que inauguró la semana pasada en el
Espacio Fundación Telefónica. El comienzo de la
anfibiedad en un archivo expandido.