lunes, 31 de diciembre de 2007

Roles, casting y circulación



Jamás como en esta época las formas de sociabilidad que el arte genera y promueve (y con mas especificidad lo que tradicionalmente llamamos mundillo del arte, o sea, los sobrextendidos intercambios entre espectadores, artistas, teóricos, galeristas, operadores culturales, funcionarios, gente de los medios, etc) fueron tan metabolizadas por las mismas prácticas artísticas. Al punto que los conceptos de obra y artista reclaman todo el tiempo una exploración y redefinición que parece estar más cerca de la antropología que de la Historia del Arte. Por supuesto, los síntomas no son nuevos pero sí la creciente interrogación sobre la paradoja que dejan al descubierto ¿Cómo evaluar el saldo de tantas maneras de insistencia en pertenecer a un circuito cultural, ya sea por prestigio, diversión, alienación, curiosidad o trabajo?
En algún momento creímos que con el agotamiento de ciertos modelos de la modernidad (el tan mentado el objeto del arte es el arte y otras consignas autofagocitantes) declinaba la dinámica centrípeta de esa autonomía que progresivamente fue imponiéndose a lo largo de los dos últimos siglos, al punto que hubo hasta quienes soñaron que el mercado del arte canibalizaría otros mercados. Si por fin la pintura compartía su trono con toda clase de objetos industrializados en una paulatina dilatación de los formatos clásicos (escultura, grabado, dibujo, etc) era de esperar que la plataforma estética ya no se sostuviera en un punto de llegada (la autosuficiencia formal e histórica de una obra) sino que intentara flotar en una suerte de permanente intercambio con otras disciplinas. Ya no un coto de especialistas, sino una plaza desbordada con especies de lo más heterogéneas.
Pero ¿existe realmente una gran diversidad en el casting más actual del mundo del arte? Quizá no sólo eso, sino también una mutación ininterrumpida de roles.
En los últimos años y al ritmo de una nueva generación post 90, fue notoria una creciente circulación de roles: artistas que se reinventaron como galeristas (Belleza & Felicidad, Tosto, Appetite, Jardín Oculto, Oficina Proyectista, Cielo líquido) gestores culturales que devinieron artistas, teóricos e historiadores que incursionaron en la curaduría, historiadores que avanzaron hacia la crítica, periodistas especializados que avanzaron en la enseñanza, etc. Resulta evidente que todos estos movimientos que hasta hace poco eran observados con desconfianza y en tanto sintomáticos de una supuesta falta de profesionalización del medio hoy son entendidos como una de las principales causas de las transformaciones más innovadoras del circuito.
Visto desde sus protagonistas, el avance es vertiginoso. Desde las instituciones, los medios y el mercado, un lento y sostenido avance.
Todas estas variaciones en sus diferentes cruces implican nuevos formatos estéticos, así como distintas formas de circulación de discurso (donde no resulta nada menor la invasión ininterrumpida de blogs) y por supuesto, recambio de espectadores.

Publicado en la edición del sábado 29 de diciembre en ADN.