Prosiguiendo la propuesta de Tabarovsky, cada día se vuelve más evidente la imperiosa necesidad de una crítica de izquierda (una novísima y divina izquierda exquisita).Una crítica que se tome las cosas tan en serio que “pueda hablar del humor, el exceso, el juego y la ironía sin aclarar inmediatamente que el humor, el exceso, el juego y la ironía son cosas bien serias”.
Cualquier lector medianamente atento que haya seguido más o menos de cerca la obra de Tabarovsky, sabe de sobra que sus ensayos no son nada diferente a un epifenómeno su narrativa (o posnarrativa, como gusten). Sus hipótesis y tesis siempre resultan una consecuencia de su narrar desmedido y descentrado.
Hoy leo en Ñ que la narrativa de Tabarovsky ilustra sus ideas previas. Qué curioso. Tal despiste parece una broma suya.
Ojalá en algún momento existan reseñistas que puedan escapar de rótulos como “críticos serios” y “críticos mediáticos”. Jóvenes o no.