jueves, 27 de diciembre de 2007

Tentaculizate (recetario)



1. Una obra jamás tiene por qué darte nada. Ni siquiera nuevo. Menos aún transmitirte un mensaje que no conocías. Este suele ser el más sobrextendido error de concepto. Una obra es sólo un disparador que activa tu banco de referencias. Cuanto más dinámico sea éste, mejor será la obra. Invariablemente resulta mas potente lo que tu percepción le inocula a la obra que lo que ésta debería darte.

2. Cada obra es un reformateo de tu visión del mundo. Cada artista materializa en su obra (en cada una de sus obras) su forma de estar en este planeta (o en otros). Esa forma se pone a disponibilidad del espectador en cada exhibición. Existen espectadores que realizan cosas maravillosas con estos materiales, ya que cada obra es un modelo para rearmar la sensibilidad y la astucia del espectador. Otros, prefieren aburrirse, quedarse impávidos, escandalizarse o asustarse: ése es su goce.

3. Efectos de la escala zoológica. Los espectadores también transitan la escala zoológica, ya sean ellos mismos artistas o ciudadanos que detentan otros usos estéticos. Los mas bajos de esta escala, o sea las especies menos desarrolladas, se distinguen de inmediato por la siguiente sintomatología: la queja. Ésta difiere del discenso básicamente en que mediante este último el espectador entabla un intercambio con la obra. La queja es imperativa: intenta asignar por la fuerza un valor sin cuestionárselo. Es el más primitivo de todos los deportes.

4. Qué hacer con la digestión. Para dar noticia de la realidad existen los diarios, los noticieros de televisión y los libros de antropología, historia y filosofía, entre otros. Para dar cuenta de los sentimientos existen las novias y novios, los amigos, las madres y los psicoanalistas. Para narrar la propia vida existen los diarios íntimos y los blogs. Una obra de arte no tiene por qué utilizar ninguno de estos presupuestos, aunque habitualmente lo haga. Un espectador es un experimento cultural que posee la misión de explorar distintos territorios a menudo peligrosos. Teniendo en cuenta que excepcionalmente las obras de arte se encuentran dentro de jaulas como los animales en el zoo, la amenaza siempre subsiste. Es cierto, vivimos en un planeta alarmante. Estamos expuestos a las ideas mas extrañas. El espectador es aquel que nada tiene de domador, sino que por el contrario, sabe cómo hacerse devorar. Y es que dejarse devorar, como todo, tiene sus protocolos.

5. Tentaculogía. Prosiguiendo con los imaginarios bestiales y como ya sabemos, las obras de arte invitan al espectador a generarse tentáculos. Esto es, a procurarse distintas formas de expandirse. Los tentáculos son herramientas y las obras de arte también: ya no es únicamente el artista el que se continúa en una obra sino que también el espectador convierte la obra en un novísimo instrumento de interacción y conocimiento. Sí, sí: una buena obra convierte al espectador en una especie extendida. Y lo cierto es que está buenísimo. Ojalá vos también te atrevas a experimentarlo.

Referencia:Texto escrito para los recetarios del Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Argentina)