jueves, 17 de enero de 2008

Ensayo y ensayistas



Era muy aburrido, aunque no le daba mucha importancia. Ya había explicado varias veces por qué lo que yo escribía no era crítica de arte sino simplemente ensayos cuyas hipótesis intentaban desacomodar algunos presupuestos con los que se suele pensar el arte contemporáneo, lo cual no es una distinción menor. Pero la haraganería de lectura es tan potente y los formateos tan efectivos, que seguían denominándome crítico de arte. Aún hoy sigue causándome gracia. Imagínense: para alguien que adora a Montaigne y se empalaga con Diderot, la adjudicación fue siempre un síntoma de pobreza de recepción, pero no mucho más.
Hubo varias excepciones, claro. Por ejemplo, Tomás Abraham leyó Manifiestos argentinos como un libro de ensayos, coincidiendo conmigo en que la edición es una forma de ensayística. También lo hizo Ernesto Schoo.

Por suerte hoy el panorama es distinto. Leo en las bases del Premio Arte BA / Petrobrás que tanto María Gainza como Claudio Iglesias son reconocidos como ensayistas y me encanta, porque ambos prestigian la práctica del ensayo aunque su relación con ésta sea lateral. María es autora de muchos inolvidables y deliciosos textos de crítica narrativa, en los cuales a veces asoma un singularísimo brillo ensayístico. Sin embargo, su texto que más disfruté es El último verano, que escribió especialmente para el catálogo del envío argentino a la Bienal de Venecia de 2005, en el que fuimos representados por Jorge Macchi y Edgardo Rudnitzky con la obra La ascensión. Es un texto en el que María se permite acercarse a la obra desde posiciones que son absolutamente ajenas a los modos de la crítica de arte vernácula.
Claudio es un crack, y autor de varios de los mejores ensayos escritos en el país en los últimos años. Sus intereses van mucho más allá de los glosarios habituales del arte, aunque en lo personal sigo reclamándole (y esto es simplemente un gusto de lector atento) más primera persona. Disfruté muchísimo con todo lo que escribió para Éxito y con muchos de sus ensayos actuales.
Realmente me pone feliz que poco a poco haya más lectores que puedan leer con menos anteojeras, aunque el proceso sea realmente lento.

Por los ensayistas argentinos, salud.