martes, 15 de enero de 2008
Gabo
No voy a ser vulgar y comenzar con recuerdos y anécdotas que se amontonan en mi memoria por decenas y decenas. Menos aún con la abrumadora tristeza que me inundó después de una noticia que en todos los casos resulta sorpresiva e inconsolable. Menos aún con los calificativos, que son de los más altos que puedo dar. Hasta hace unos días, Gabo había sido siempre dos años y medio menor que yo, pero en muchas cosas infinitamente más sabio. Nos conocimos poco después de que él cumpliera 16 años. Ya estaba en gestación ese grupo seminal que fue Salto al vacío, única banda en la que Gabo cantó (en Un Gregal, su grupo étnico-instrumental también hizo unas partes vocales y posiblemente con Los extremistas quizá se haya animado a algún unísono). Trato ahora de concentrarme en su voz. En una interminable noche en la que caminábamos por la Avenida Meeks y él estaba excesivamente locuaz. A veces lo era. Pero lo cierto es que no puedo concentrarme. En ciertas circunstancias, los buenos recuerdos lastiman.