El final de Death Proof (el segmento de Quentín Tarantino de Grindhouse), la persecución final de las audaces Zoë Bell, Abernathy (Rosario Dawson) y Kim (Tracie Thoms) a un aterrorizado Stuntman Mike (Kurt Russell) me produjo una serie de ininterrumpidas carcajadas sólo superadas por el impecable trailer del inexistente film Machete.
Pero la escena, y quienes la vieron ya lo saben, tiene una carta mágica: Chick Habit, ese llameante hit de April March que abre su disco Gainsbourgsion! (1994).
La canción funciona en sintonía con la política estilística de Tarantino: un retro remixado. El abanico de colores, la textura del fílmico, las tipografías, todo remite a una idea de los ’70, pero donde se entrometen todo el tiempo elementos del presente: Jungle Julia –Sydney Tamiia Portier- no deja de enviar mensajes de textos por su celular durante unos buenos minutos del film.
Este retro actúa al mismo tiempo como una reordenación de los componentes de un género (porque lo que se remixa principalmente es un género del pasado, no la visión que éste genero tiene del pasado) y un nuevo reparto de los consumos del trash.
La conexión April March / Serge Gainsbourg también está vehiculizada por un escenario estético intervenido: el lounge sixtie. De hecho, April March retoma un horizonte de gestos y nos ofrece unas irresistibles canciones que enseguida disipan muchos de los pactos que habíamos establecido con el lounge.
Es que el lounge de April March, como el de Sergio Pángaro, es un lounge expandido: sólo un punto de partida. Algo parecido sucede con Tarantino. Un género le sirve como puntapié inicial de mixtura desde el cual linkear con todas sus obsesiones.
Tanto Death Proof como Gainsbourgsion! sirven de ejemplo a un extendido espacio de mis apuestas en los modos teóricos: la incursión en la teoría trash, los objetos sublimes del desecho. Un estado del mundo que no está demasiado lejos de las fantasías de lo cotidiano.