sábado, 22 de marzo de 2008

¿Cómo se convive con este remanente de ficción?



Hace poco más de un mes, Federico Kukso me envió un cuestionario mientras preparaba una nota sobre comunidades virtuales, que finalmente fue publicada en el nuevo diario Crítica el ocho de marzo. Aquí van también las respuestas.

1) ¿Qué tipo de comunicación y lazos se entabla en estas comunidades donde no hay contacto físico?

Creo que como a todos, lo que más me intriga es lo que sucede después del on-line, o sea el remanente de lo digital en nuestra vida unplugged. Hace rato que se investiga la posibilidad de síntesis de un múltiple profile (en este momento pienso específicamente en Popego (www.popego.com) ya que nuestro profile ES la mediación (estoy tentado en decir “es la relación perceptual”): tenemos que adivinar qué existe detrás de un texto, de una voz, de una imagen low tech. De las preferencias de quien comparte sus archivos. Caso aparte son los mundos virtuales. Por ejemplo, Second Life tiene muchos niveles de juego. Para los más avanzados, sin dudas es una suerte de software emocional (otro planteo de comunidad digital absolutamente opuesto a Taringa!. Como planteó en su momento Marc Augé, los repartos entre realidad y ficción que constituyen nuestras vidas siguen modificándose. Estamos habituándonos a nuevas formas de sociabilidad. Entre los siglos XVIII y XIX se popularizó la expresión “amigo epistolar”. Como intervenía la fantasía magnificada por la distancia, este tipo de contacto e interacción se volvió en muchos casos más intenso (con más líbido) que muchas relaciones tête à tête. En nuestra época, los contactos mediados por la tecnología siguen diversificándose y lo único que tenemos son respuestas mucho más provisorias.

2) ¿Qué tipo de identidad se construye?

Por reacción, cada vez percibo mas fundamentalistas de lo real (y del contacto directo) frente a los internerds. Y todos somos un poco internerds, así que se trata de una reacción contra la supuesta pérdida de algunas viejas costumbres. ¿Cómo se convive con este remanente de ficción? Porque se trata de imaginarios diferentes que entran en coalición. Me gusta conjeturar sobre un inconsciente informático: el tipo de linkeos mentales a los que nos estamos acostumbrando poco se parece a nuestras topologías de tiempos analógicos.

4) ¿Los miembros son, justamente, miembros en tanto se comunican, dan a expresar su opinión o se puede pertenecer sin comunicarse?

Desde el momento en que te interesás por una página web o un software, pertenecés.
Nadie pertenece más (nadie tiene más participación) que un espectador o lector o usuario, por más silencioso que crea ser. Los más silenciosos suelen ser de los más activos.

5) ¿Qué opinás de estas comunidades? ¿Son efímeras? ¿Hay una necesidad del internauta de pertenecer a algo?

Son el combustible para nuevas comunidades. La comunicación instantánea, apenas retrasada por la aceleración de la monstruosa oferta, contagia modos que son siempre inestables, pero también proliferantes. La necesidad de pertenencia no se abandona: se intercambia.

6) ¿Al circular tantos discursos, sus contenidos no se vuelven evanescentes? o sea, hay tanta información que uno no recuerda lo que leyó sino que leyó "algo".

Bueno, es la pregunta inicial del manifiesto de Mario Perniola, Contra la comunicación. Pero no se trata ni de una debilidad de lectura ni de autoría, sino más bien de todo lo contrario: de una disponibilidad que lo rebasa todo. Crece todo el tiempo el autoritarismo contra esa disponibilidad, porque las antiguas aduanas están sobreexcedidas. ¿Vamos contra la sobreinformación? ¡Que jugada tan retrógrada! Más bien tendríamos que aceptar el desafío: hace mucho tiempo que estamos sobreinformados y que formamos parte de comunidades (que se piensan como) intangibles. Estamos aterrados ante tanta información, y en vez de enfrentar el quantum pedimos a los gritos que alguien vuelva a elegir por nosotros.