lunes, 21 de abril de 2008

Dipi



La primera vez que escuché el nombre de Dipi fue por mi amigo Pablo Dreizik, en el verano de 1985; yo tenía 17 años y recién terminaba la secundaria.
Estábamos hablando con Dreizik de Stanislav Lem y me dijo que Di Paola Levín era un perito meritosísimo en la materia y que además “había conocido íntimamente a Gombrowicz”. Me dio mucha curiosidad este señor y conseguí La virginidad es un tigre de papel (o sea lo leí antes que a Gombrowicz). Es más: me había encontrado algunas veces con el nombre de Gombrowicz y la lectura del libro de cuentos de Dipi me llevó a buscar libros del polaco y así llegué a Cosmos, que me fascinó.
La primera vez que lo vi fue o ese mismo año o el siguiente; creo que estaba con Bode Lescano y pasamos o bien por La Ópera o por La Academia y ahí estaba Dipi, en una mesa con otras dos personas, mesa en que Bode y yo nos sentamos. Dipi aconsejaba a una de ellas sobre temas sentimentales, no sólo de seducción; era una especie de Ovidio mezclado con James Purdy. Le aconsejaba tácticas de seducción y de economía práctica (“gastate unos mangos y llevalo –aconsejaba a una chica- a tal lado”). Y también de gastronomía, porque le recomendaba platos.
Por supuesto, le pregunté por Lem y me dijo, “estuve en su casa y me hizo conocer Varsovia desde su Mercedes”: Así fue mi primer encuentro.

La foto, en la que estamos junto a Bizzio y Guebel, es en su casa de Tandil, en el 2005. Su autor es Eduardo Montes Bradley.