Para el último número de la revista G7, en el marco de un dossier de arte contemporáneo argentino, Flor Codagnone me realizó una entrevista. Lo que les ofrezco ahora es una parte del reportaje que no salió editada.
¿Cómo ha modificado la tecnología internet la forma de curar y de exponer arte?
Nuestras formas de pensar hace rato que imitan a la web, incluso en nuestro estado unplugged. Aunque desaparecieran las máquinas seguiríamos afectados. Las formas curatoriales no tienen recursos de escape.
Vas a curar una muestra de arte en second life, ¿qué te ofrece ese espacio?
Ese fue precisamente el desafío inicial: investigar qué ofrecía de nuevo esa plataforma software a mí tarea como curador. Pero mi búsqueda derivó de una pesquisa formal a una exploración antropológica. Hay mas arte en los estilos de interacción informática de los usuarios avanzados de este programa que en todo aquello que se ofrece como oferta cultural en Second Life.
¿Cómo se construye o cómo varía el concepto de identidad con la tecnología?
En este aspecto la tecnología es una bendición porque nos obliga a estar alerta sobre la forma en que nos pensamos. Un programa como Second Life nos permite avanzar en identidades múltiples que ya no se entienden como ficticias, sino como una arqueología plural de nuestras zonas más oscuras.
¿Y el de identidad? ¿Eso se ve también en el arte?
El concepto de identidad es una trampa. Tiende a volver más espesa la búsqueda. Todo el tiempo estamos aprendiendo quienes somos. El arte que me interesa no afirma ninguna identidad, sino que por el contrario la señala como un espejismo.
¿Qué posibilidades te brinda el blog que no te brinda el papel?
Una disponibilidad pública y global inmediata sin intermediarios, además del multimedia. Utilizo el linkeado como una invitación (en el blog no sólo leemos, sino que escuchamos y vemos imágenes en movimiento). El blog, como el libro, es el comienzo de un diálogo.
¿Cómo ves hoy el espacio museo?
La etimología de la palabra museo nos señala el sitio de las musas. Ojalá ellas sigan habitándolos. Adoro algunos museos y otros me dejan absolutamente indiferente.
¿Hay fronteras entre el espacio público y el protegido (museos, galerías, centros culturales)?
Tanto el espacio público como el privado están cargados de demasiados sentidos previos, por arquitectura, historia, modas y políticas. No me interesan gran cosa las obras que avanzan hacia estos sentidos previos, ya para subrayarlos o cuestionarlos. Prefiero aquellas que sobreimprimen un sentido distinto al que ya estaba.
Fuera del espacio museo, ¿qué es lo que hace que un gesto se vuelva artístico?
Demos vuelta la cuestión: digamos –más no sea provisoriamente- que arte es aquello que resulta de determinadas conductas de un artista. El espacio es un elemento más a utilizar, entre otros, lo mismo que un color, un sonido, una textura. El artista no es un combustible para el museo o la galería, sino exactamente al revés.
¿Cómo se establece una alianza fructífera entre los medios y el arte (y el artista)?
No tengo ni idea. Los medios son el océano donde flotamos. Simplemente tratamos de no hundirnos. Me imagino que la alianza tiene que ver con la náutica y la flotación. Las mareas y los vientos no hacen más que arrojarnos a sitios rarísimos.
¿Cuál es el mayor desafío del curador?
Cada curador tendrá el suyo. El mío es no aburrirme haciendo curadurías. Soy un manipulador nato: para mí una obra de arte es como un Rasti. Una obra es sólo un estímulo y tus sentidos hacen el resto. Mi desvelo es como disparar ese estímulo. Adoraría llegar a provocar lo que Phil Spector hizo con tantas canciones.
¿Qué tipo de investigaciones hacés para tus proyectos?
Jamás trabajo para un proyecto en particular. Todo el tiempo estoy escribiendo, tomando notas, probando formas de acción. Sin descanso. Investigar para mí no está demasiado lejos de componer o dibujar. Es una ejercitación ininterrumpida.