Fue en el primer lustro de los ochenta. En el glosario del rock argentino no era para nada usual la palabra información. Poco a poco la fuimos escuchando acá y allá, siempre cerca de los músicos y del público que circulaba en las coordenadas del sello Catálogo Incierto. ¿Qué era la información? No sólo conocer la historia del rock (que ya tenía un pasado contabilizado en extensas décadas) y sus posibles usos, sino también la investigación sobre los vasos comunicantes que linkeaban a esta cultura (redundantemente un producto de la industria contracultural) con prácticas artísticas y políticas de todo tipo. La novedad, sí, pero también el pasado reprocesado. La información ya entonces era un remix inacabable, que afectaba los comportamientos y estilos (desde la formas de vestirse, a las drogas, a los códigos tribales). En los noventa y en esta década que comenzamos a finalizar la percepción que tuvimos de éste concepto permaneció más o menos estable. Ahora bien ¿no sigue siendo un uso minoritario, aún cercano a las continuidades de esos mismos clanes?
