sábado, 31 de enero de 2009

¿Qué es bloguear?


Una actividad demasiado amplia para resumirla seriamente en pocas líneas, pero cuando se vuelve más interesante (al menos para un lector como quien esto escribe) se define en postear y navegar, esto es, reconocerse en otros contenidos, linkearlos, proponer rutas de lectura que no concluyen en el texto ofrecido (y las imágenes posteadas) sino que, diversamente, se entrelazan con otros posteos que no son más que elecciones de lectura.


Por esto entiendo la blogósfera, en todos los casos, como producción colectiva. Insisto, no señalo los rasgos sobresalientes de lo que encontramos en internet, sino el uso personal al que me aboco. Cada cual se define en cómo utiliza la web, a la que jamás consideré algo dado de antemano.
No dejo de observar cómo o bien se habla de los soportes (como si un software fuera autosuficiente) o bien se instalan en éstos contenidos como si fuera lo mismo que publicarlos en papel.


Internet es un medio (jamás se agota a sí ni se muerde la cola como una serpiente Kundalini) pero como tal nos proporciona herramientas que lo vuelven único. Por supuesto, sus posibilidades no desplazan los beneficios de otros medios. Por lo enunciado, queda claro que un blog no reemplaza a un libro ni nada que se le parezca.


Los posteos, malgeneralizando, abundan y redundan en dos rasgos que, combinados o no, se fueron transformando en un estándar: impresiones en primera persona (huellas de experiencia personal, crónicas y pareceres de todo tipo) -la materia de los diarios personales o las agendas privadas convertidas esta vez en bitácoras públicas linkeadas unas con otras- o bien información de último momento viralizada hasta el infinito, como si la blogósfera estuviera destinada a erguirse como el último reducto de la novedad. Blogs que monitorean los medios, que señalan su conformidad o desaprobación con tal o cual opinión. En uno y otro caso, la intimidad como espectáculo.


Tribus virales: el blogroll (ahora también los "seguidores") no dista tanto del principio de las redes sociales (una enumeración de cercanías y reconocimientos), ya sean de la cotidianeidad física o virtual. ¿Acaso la Secondblogósfera –blogs y flickrs producidos desde una plataforma-avatar, noticias de qué puede ser una vida en un universo digital como Second Life- no se fue transformando en una suerte Facebook metaversal? Las tribus bloggers conectan a individuos muchas veces dispersos en el globo: segmentadas en el mundo físico, aunadas por la web.


Para los últimos posteos del Cippodromo me propuse algo diferente: un yo poco o nada autorreferencial (disculpen, pocas veces abandono la primera persona), esto es, escasa o nula cotidianeidad, y muchos más elementos para la reflexión que novedades coyunturales (aunque de hecho las hay).


Indirectamente (durante enero) quise dar vueltas alrededor de algunos tópicos, nunca para agotarlos, sino al modo de escorzos sobre temas tan inagotables como subjetividad (Tribus virales report, No sé quién es Chuang Tzu, Rebosando sex appeal atemporal), contexto (Ciudades Código, Aquel aroma de lo digital, Estoy (re)programado, luego existo) y recursos (Tampoco soy compasivo en sueños).