martes, 31 de marzo de 2009

Diez mil Mesetas


Napoleón: Se trata de sustituir una información perceptiva por otra. Lo que estás viendo, el avatar y su contexto, sólo existe en la interacción digital. Vengo pensando que no es más que otra concepción cultural de la máscara: si se la concibe como una distorsión, como una ocultación o una amplificación.

Dolcemare: Sigo insistiendo que los metaversos tienen mucho de alegoría, en este caso horizontal. Tu espacio digital depende del mundo físico, del cual no es sino una traducción. La máscara a la que te referís es el valor de cambio de ese traslado.


N.: El avatar nunca es neutro. Nos afecta en mayor o menor medida. Podemos aceptarlo o distraernos, pero eso sucede. Si la traducción es un tráfico, lo es en ambos sentidos. Ponemos en escena un avatar, que en un momento afecta nuestro comportamiento físico.

D.: ¿en este punto es que planteás la tríada: distorsión, ocultación o amplificación?

N.: Esos tres términos no son para nada exclusivos. No excluyen otros. Es una propuesta para empezar a observar el tema. En todos los casos, nos referimos a quienes mantienen blindada su identidad “física”.


D.: Muchos acusan ese comportamiento como “juego de salón”. Otros, yendo más lejos, como carencia en tanto evasión. Olvidarse por un buen rato de lo que resulta difícil de asumir por fuera del metaverso.

N.: No es privativo del metaverso. Cualquier blogger que proteja su identidad opera del mismo modo. Pero no quiero detenerme tanto en este plano. Prefiero volver a Deleuze, a tantos planos de inmanencia y su interrelación. Es una forma de volver a tu indicación alegórica.

D.: Esas mesetas interminables tejidas en un continuo de virtualidades y materialidades.


N.: A eso quería llegar. Son siempre lo mismo, materia. Lo virtual es materia adelgazada. Grosores de materia. Cuanto más angosta se vuelve la materia, más manipulaciones nos permite. Últimamente cero que eso que llamamos digital es pura materia adelgazada. Devenir siempre es alterar los bancos de identidad.