jueves, 11 de junio de 2009

Sólo ensayos


Un ensayo es el intento de darle forma a tu vida con palabras, sin necesidad de narrar ni de adaptarte a protocolos preconcebidos. El objeto que le encuentres (ese lugar adonde apuntamos) no será más que una manera de reconocer tus limitaciones, un ejemplo de tu medida en el mundo.

Un buen ensayo simplemente es parte de tu vida, como cualquier deseo o recuerdo. Si es un instrumento, de conocimiento o de experimentación, ante todo lo será como cruda caja de resonancia de tu voz, para que puedas escucharla y reescucharla en sus infinitos matices, sin la necesidad de entregarte a la construcción de tramas, personajes y cualquier tipo de decorados.

Cuando la institución ingresa en el ensayo, éste se vuelve previsible. La institución invariablemente necesita dominar la forma. Toda forma. Un buen ensayista salta por fuera (o al menos lo intenta con todas sus fuerzas) de sus moldes. Un ensayo no necesita ser literario para conquistar su independencia.

Un ensayo es una forma de vivir practicada en palabras. Distante tanto como desee del imperativo de hacer poesía, desde su origen con Montaigne el ensayo avanzó sobre todo, sin privarse de recaer y atrapar lo que sea que le atraiga. Ninguna disciplina le es ajena, ningún recurso.

Un ensayo son tus memorias y tanteos y búsquedas puestas en objeto.

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