sábado, 4 de julio de 2009
Kamishibai
"Los espectáculos tienen público de todas las edades aunque la convocatoria infantil resulta determinante. "Deseamos alternar las funciones en espacios cerrados y en lugares abiertos -dice Diego Posadas- y en ese sentido ser un poco continuadores de los artistas japoneses de los '30, que salían al encuentro de su público. Los Kamishibaistas llegaron a ser 50.000 entre los años '30 y '40, muchos de ellos trabajadores desocupados que encontraron en esta forma de arte popular un modo de subsistencia. Recorrían los barrios en sus bicicletas, allí montaban el teatro y hacían la función. Luego vendían dulces a los niños que acudían a las funciones".
Cada obra tiene una duración de entre 10 y 15 minutos, y se trabaja con ilustraciones, pequeños objetos, música y texturas sonoras en vivo o grabadas. Aplica técnicas de Origami (manualidades en papel) e involucra a narradores y actores. Participan un generoso arco de autores: desde Yasunari Kawabata, pasando por Hans Christian Andersen hasta Sergio Pángaro.
Actualmente, en este formato hay dos líneas que se destacan, no sólo por la producción del espectáculo, sino también por la convocatoria y resonancias en el territorio donde se llevan a cabo. Por un lado, la extensa tradición japonesa del Kamishibai (Kami: papel, Shibai: teatro), iniciada en Buenos Aires por la traductora Amalia Sato, quien trajo de Japón láminas originales (38 x 26.5 cm), realizadas a mediados del siglo pasado, y el modelo del pequeño teatro portátil que aquí reprodujeron los artesanos carpinteros Oscar Fukuhara y Juan Arturi.
"Parecía una excelente oportunidad de reunir a amigos -dice Sato- con inquietudes en distintos campos: la ilustración (Delius Lozupone, Diego Posadas, Pablo Fusco, Nicolás Prior), la escritura (Sergio Pángaro, Rafael Cippolini, Damián Blas Vives). Y así fue, las representaciones de Kamishibai se transformaron en una fructífera recreación de posibilidades de esta forma de teatro callejero. Los amigos agregaron música, luces, distintas voces narradoras, asumieron con libertad la ilustración jugando con planos cinematográficos. Para nuestra sorpresa lo que en su origen era teatro para niños empezó a cautivar a los adultos. La tradición que conocíamos y habíamos investigado fue reactivada para transformarse en una experiencia inédita de arte portátil, con tiempos de espectáculo dramático."
Kamishibai en Clarín. Noa completa acá.
Más información sobre el Club Argentino de Kamishibai acá.