jueves, 27 de agosto de 2009

¿Los blogs son vintage?


Vintage es enunciarlo. Hace diez meses, el 20 de octubre del año pasado, el cronista Paul Boutin publicó un breve ensayo en Wired titulado “Blogs look so 2004” (pueden leerlo acá). Sí: los blogs se le antojaban momificados en el 2004, por lo cual instaba a abandonarlos rápidamente.
Los argumentos principales eran los siguientes:

•La blogsfera se ha llenado de publicidad encubierta, opiniones copiadas de otras páginas y noticias con poco peso específico.
•Google ha modificado sus algoritmos para evitar la manipulación de sus listados, de modo tal que los blogs ahora indexan mal y pasan desapercibidos.
•Los trolls parecen haberse multiplicado exponencialmente.
•El blog es básicamente texto, en una era de lo multimedial.
•Los internautas se encuentran más fácilmente en redes sociales o nuevos formatos como Twitter, Flickr o YouTube.
•La retirada de varias blogstars. Un puñado de blogueros especialistas en tecnología han anunciado su retiro de la blogsfera, argumentando cansancio o aburrimiento.


Me fascina la idea de “envejecimiento social”. Es una idea clásica de lo moderno: Sartre la enuncia elocuentemente en esta filmación: nuestro rol o lugar social (también los soportes) envejecen, aunque biológica y / o tecnológicamente, sigan funcionando maravillosamente. La moda tiene sus argumentos (por supuesto no es curioso que en el mismo año de la entrevista televisada al autor de El Ser y la Nada, Barthes haya publicado El Sistema de la Moda).
Lo que envejece es sin dudas la ideología, el cúmulo de presupuestos que imprimimos sobre el soporte.
Durante la posguerra una de las grandes modas fue ensayar sobre la muerte de la novela (un tema que no era nada nuevo, por otra parte). No sólo los exegetas del Nouveau Roman insistían con la defunción.
Y no fue exactamente Hegel el primero en oficiar de Supremo Taste Maker en el alud necrófilo (seguramente el mayor efecto dominó de muertes culturales): ya sabemos, si un soporte o formato no conquista adeptos “es un fracaso”. Si lo hace en demasía “ya está corrupto, ya fue”.
¿Somos tan tan pero tan antiguos que seguimos inmolándonos al dios idiota de lo nuevo?

Parece una sentencia de Groucho Marx: “nada envejece más rápido que lo nuevo”.
Y que las expectativas, claro.


El mundo contemporáneo es un gran cementerio.
Peor: un gran espectáculo (interminable) de muertos vivos.
De viejos que se niegan a morir.
Hay una escena de Mauvais Sang, de Leos Carax que cada tanto vuelve a mi memoria. Seguramente la recuerdo mal, así que cito mi recuerdo y no la película.
El personaje que interpreta Hugo Pratt observa a un hombre de espaldas. Le dice a su interlocutor: “Mire, es Jean Cocteau”.
Su interlocutor le responde: “Imposible. Cocteau hace rato está muerto”.
Pratt concluye: “De ningún modo. Fíjese, observe bien. Se está moviendo”.