Del curador anfibio de datos como narrador
Dolcemare: Primero fue Snow Crash, de Neal Stephenson. Bastante después Second Life, de Philippe Rosedale. Sucede así siempre. No es casual que el segundo sea fan del primero, que se haya inspirado en él. El software actúa siempre sobre un imaginario. Se moldea en él. Lo necesita. Es lo que llamamos “límite de ficción” del software. La integración anfibia funciona así: los límites entre el software y el imaginario que lo contiene comienzan a borrarse.
Napoleón: Te escuchaba hablar y pensaba en el tráfico de un contexto a otro. Una vez instalados los vasos comunicantes lo propio es que comience la circulación. Precisamente porque vivimos en un mundo saturado de imágenes esta dinámica no resulta traumática. Me decía un amigo ayer que el nexo es el cine. No lo sé. También pueden serlo los videogames. Las narrativas se van entrelazando. Posiblemente el “residuo luminoso” de este tráfico sea el fashion.
D.: ¿Es lo que llamás fashion digital?
N.: Es que en el fashion se vuelve más clara la diferencia. Lo virtual no es una otredad, una frontera, ni nada parecido. Lo que llamamos virtual por manipulación digital es sólo otra parte del proceso. Cada vez más recomienza como un intermedio. Lo físico como intermedio de dos virtualidades y viceversa. ¿Pero esto no estaba presente en obras como Saut dans le vide de Yves Klein? El “residuo luminoso” del fashion es simplemente lo que tenemos que sacrificar en las constantes adecuaciones entre lo virtual y lo físico. El fashion puede absorberlo todo. Es cuestión de tiempo.
D: Volvemos a recurrir a ciertos términos que se instalan cada vez más en nuestras conversaciones: edición (editar lo físico, editar lo virtual, disponer, re-ensamblar, seleccionar, interconectar) y digitalizar imaginarios. Al fin de cuentas, no hacemos sino hablar de lo mismo: de las relaciones cada vez más estrechas y complejas entre imaginario y digitalidad.
N.: Es la relectura que venís haciendo de Larry Shiner en clave anfibia. Me encantó tu idea de curadores de datos anfibios.
D.: El curador de datos, tal como me gusta pensarlo, es el operador anfibio por excelencia. En general, los programadores mas estrechos (y una comunidad muy extendida de adeptos a las ciberculturas) no hacen más que redimensionar las posibilidades del soporte. Como si este pudiera dar por si sólo todas las respuestas. Para ellos la tensión ya está resuelta: los imaginarios son convocados cuando el código fuente ya está en marcha. Y en verdad, el imaginario invariablemente precede.
N.: ¿Pero cómo entra en esta distinción la glosa de Shiner?
D.: Me refiero a una obra en especial, a La invención del arte. En ella, Shiner se refiere y analiza el paralelismo y tensión entre dos regímenes de las artes: una dimensión craft, para decirlo de algún modo, un tipo de artesanía, de habilidad, de disposición que no excluye ni mucho menos lo industrial, y por otro un orden de concepto. El software es el craft de nuestros tiempos.
N.: Y los imaginarios nuestra ingeniería. El contexto dominante, aunque su condición virtual lo disimule demasiado a menudo.