viernes, 30 de octubre de 2009

Mitos del Metaverso

Por otra epistemología de los mundos virtuales


Napoleón: ¿Cómo se continúa o se discontinúa una ciudad virtual en un entorno físico? Estamos de acuerdo: Second Life –como cualquier metaverso- es un protocolo, o sea, un conjunto de reglas de interacción. Pactamos de antemano una lógica de continuidad físico-virtual (jamás de separación.) Cuando transitamos con nuestro avatar por una ciudad virtual no estamos exactamente en otro mundo, sino en otra de las extensiones del único mundo que habitamos: la anfibiedad se determina en el pasaje de un entorno físico a otro digital.

Dolcemare: Pero existe un rango, un status específico para determinar la experiencia de cada uno de esos planos o dimensiones. Ya hablamos de esto: hay quienes experimentan su tránsito virtual en un metaverso a modo de reubicación, como si se tratara de un illio tempore. Un tiempo diferencial dentro de nuestro tiempo. Un tiempo de rito.

N.: Ya. Pero ese tiempo ritual es sucesivo, nunca simultáneo. Incluso en situaciones border como la planteada en una película como Identity, de James Mangold, lo físico actúa como la instancia que es imposible aplazar.


D.: Pienso ahora en un relato como El sueño de los héroes, de Bioy Casares. Los planos de continuidad-discontinuidad, los dos “soportes” o dimensiones de la historia, imponen tácitamente su poderío. El secreto está en la ecualización de cada una de las versiones de lo sucedido. Soy conciente que cito un plano de ficción. La pregunta es ¿de qué modo siguen negociando la ficción y la no ficción su campo semántico sobre lo que llamamos virtual?

N.: Es la pregunta de Marc Augé, pero extendida. ¿Cómo armonizamos los repartos de ficción en lo físico en la era web?

D.: No deberíamos olvidarnos nunca que la ficción es un capital económico e ideológico. Es algo que siempre me llamó la atención. En las últimas semanas se volvió a hablar del relanzamiento de Second Life, de las estrategias de Linden Lab, de los 400 metaversos que están disponibles en la red. Y nada se dice –nada- sobre las concepciones políticas de lo virtual. Sobre las ideologías en pugna. Cuando alguien como Bifo hace mención a los desequilibrios políticos que provocan las prácticas de sociabilidad de la generación alfa, sólo avanza sobre los derroteros de un default. Como si la virtualidad fuera una dimensión perversamente neutra.


N.: ¿Una nueva economía del rito? Me hablabas hace poco de los ajustes y desajustes entre las nociones de mito y hardware.

D.: No sobre las mitologías del hardware, que son otro capítulo. Sino más bien entre cómo afecta la irrupción de las funciones del hardware cierto status quo contemporáneo del mito. Así tengamos una versión positiva (Blumenberg) o crítica (Barthes), los mitos no sobreviven sólo en los libros. Los nuevos repartos de ficción de nuestros tiempos digitales interpelan una epistemología diferencial del mito.

N.: Tu insistencia en Dorfles.


D.: Sobre todo en lo que se refiere a las ritualidades pop. ¿Podemos excluirnos de una ritualidad pop en la era digital? No lo creo. Si la brecha ya no existe, en el futuro será progresivamente menos auscultable.