lunes, 8 de marzo de 2010

Scanner Mundi

Sobre Madrigales, motosierras y otras cosas de San Poggio.


Interminable, sí. Los límites (temporales, espaciales) parecen seguir en default. Como en Sinécdoque Nueva York, de Charlie Kaufman; el espectáculo sólo se reconoce en el puro continuum. Entenderlo es fácil, pero insoportable. ¿Acaso el público –atosigado y tan igual a sí mismo- no es también nuestro espectáculo como espectadores?
No estamos por fuera, es decir, no estamos a salvo. Tampoco sabemos a cuál de las tribus pintadas pertenecemos.
Las enumeramos, es uno de los juegos. Llevan máscaras, o son arcaizantes, o tratan de parecer vulgares, usan pulóveres, gustan de los papeles o los libros, y seguimos buscando, indagando. Nos gusta descubrir que hay algunos que se besan.
Ahora bien ¿qué es exactamente este espectáculo? Quiero decir ¿tiene un tema que se imponga a todo cuanto sucede? Deberíamos poder deducirlo de los elementos propuestos (enumeremos motosierras, esa vegetación que se muestra cercada o rodeada o apuntalada, los tubos que transportan agua, y tantos etcs-) o bien de las acciones (el canibalismo, también el nudismo, cierta abulia, ese infatigable colocar ¿o descolocar? baldosas, subir escaleras, fotografiar, cargar piedras, estar sangrando o ser interceptado por los insistentes micrófonos). Mi favorito es único, al menos por ahora (es algo que me gusta creer). Está sentado, sin embargo los recortes de las paredes, pegados y despegados, ausentes, delatan sus movimientos.


No me permito caer en ningún tipo de cercanía alegorizante. Ni siquiera simbólica ¿acaso no es demasiado simple descubrir en esos sísifos sangrantes a una casta delatada por sus ritos y míticos loops?
Sin embargo, admito el par perfecto: un infinito inaprensible para una retina cada vez más finita. Deliciosamente finita.
Claro, también están los biombos. ¿Son ellos el límite?
¿Las nubes y las montañas intimidan o seducen?
Nada mejor que acrecentar el oxímoron: porque no reconocemos más que límites, pero ellos no parecen terminar nunca.
¿Qué esperábamos en la época de las fantasías de El Bosco escaneadas por Google Earth?
¿Escanear el mundo finalmente no se parece cada vez más a escanear el infinito?
Detrás de cada límite, otro límite y otro y otro y otro.
No obstante, la expectación persiste en cada uno de ellos.
Y está buenísimo que eso pase.
Continuará
(¿por siempre?)

R.C.
Marzo, 2010

En Jardín Oculto.