La nota, que puede leerse íntegramente en el site del diario haciendo click acá y también en este sitio, comenzaba así:
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"Contemporáneos al alto delirio del Grupo Pánico de París (el de Arrabal, Topor y Jodorowsky), y al charme neovanguardista del neoyorquino Grupo Fluxus (cuyo apelativo también nació con el proyecto de una revista homónima), brilló en Buenos Aires, o más precisamente, en la entonces denominada manzana loca (…) un clan de poetas, todos ellos veintiañeros, que sintonizó como ningún otro aquello que las publicaciones de la época denominaron –parafraseando lo que sucedía en Londres– como el Swinging Pampa o Buenos Aires Beat."
Parte de este texto también aparece en el último capítulo-ensayo de mi último libro, Contagiosa paranoia.
Ayer, último domingo de agosto, el mismo suplemento publicó una nota de Guillermo Saccomanno sobre Mariani, que puede leerse clikeando acá, que reutiliza algunos de estos materiales (por supuesto, toda difusión del grupo Opium y sus integrantes me regocija), en la que aparece el siguiente párrafo:
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“Según Rafael Cippolini, copian las vanguardias del neoyorquino Grupo Fluxus y del Grupo Pánico de París integrado por Arrabal, Topor y Jodorowsky.”
Espero que quede claro que nunca pienso la contemporaneidad como una copia, y que en este ejemplo específico intenté subrayar todo lo contrario: Opium no sólo no le debe nada a los Pánicos ni a Fluxus, sino que al mismo tiempo que éstos puso en escena una estética de tal desparpajo que debería ser revisitada como uno de los hitos de la cultura porteña de aquellos años.