viernes, 3 de octubre de 2008
Kiosquicémonos
No hay mejor mercado que tus deseos.
Refrán persa
Hagamos zoom sobre éste KDA.
Tracemos un glosario, veamos de qué se trata.
A ver. Comencemos por esta palabra, proyecto.
Proyecto. Así es. En esta edición de KDA reina el proyecto. Muchas obras, como siempre, pero en proyecto: plan y prueba al mismo tiempo. En muchos casos todo tuvo su comienzo en cuadernos, libretas, papeles en donde se desplegaban, entrelazándose, diagramas, dibujos y escrituras. Otras veces, se trató sólo de arquitecturas mentales, de realizar el trayecto previamente con la imaginación. Porque el proyecto, al fin de cuentas, es forma en movimiento. Es la forma que tantea sus límites. Que los testea.
Todo proyecto es una exhibición portátil, en escala. Lo tiene todo: visualidad, discurso, montaje, edición. Es una empresa (una organización, una pequeña industria). Un escenario antes de expandirse.
Hubo algo más, que alimentó e hizo crecer los proyectos. Y fue que éstos se contagiaron unos de otros. Proyectos individuales crearon parejas. Cundieron los proyectos dialogados, bicéfalos, potenciados, las percepciones compartidas, las intuiciones y certezas colaboradas; los límites se redefinieron nuevamente. Fue por entonces que aparecieron las aduanas. Esa aduana de proyecto que se conoce como formato.
Formato. Ya sabemos, el formato es una herramienta. También un arma y una disposición de lenguaje: materializa (esto es, singulariza) una relación personal con el mundo. ¡Y esta es la mayor trampa! porque muchísimas veces son los formatos los que conquistan el mundo, formateándolo a su medida. Pero a nuestros artistas kadeáticos se los reconoce por su tenacidad, se intercambian técnicas para modelarlos, para desmenuzarlos, tentaculizarlos, reestructurarlos. Es que no tenemos que olvidarnos que KDA no deja de mutar, que posee una tradición en las transformaciones de formato: me acuerdo cuando fue un kiosco móvil desplazándose en camión (¡una verdadera prehistoria!), o aquella vez que participó de unas jornadas de poesía (Zapatos Rojos), o de la edición en una feria de arte (Periférica), o cuando estuvo en Tafí del Valle… la lista sigue. Es que KDA siempre fue un mercado móvil, nómade, zigzagueante, un mercado experimental ¡un mercado persa! El sitio donde se dan cita y conviven los proyectos más diversos, alimentando las orquestaciones más lanzadas. Veamos esto.
Mercado. Siempre es una investigación de valor. Tengamos en cuenta que KDA es a la vez un mercado interno y externo. Sístole pero diástole. Me explico: los intercambios, ya lo dije, comienzan entre los participantes. Entre los artistas que lo componen, que son su motor. Entre los creadores y ejecutores de proyectos. El primer tráfico, por consecuencia, es de experiencias, de colaboraciones, de puentes estéticos en el diseño de cada propuesta. A veces olvidamos hasta qué punto el mercado es producto del artista. En KDA, donde cada artista es su propio marchand, cada proyecto (interpelación de mercado) dispone su punto de oferta. Y ¿qué es una oferta, sino una invitación? Oferta espacial (vestir, modificar el entorno), oferta performática (convite de gestos, de destrezas, de ambientación), oferta de juego, oferta de conocimientos (cada proyecto no es nada distinto a una episteme). Cada proyecto no sólo redefine su formato, sino también su mercado. Si la oferta comienza con el diálogo ¿no se trata, en todos los casos, de construir buenos diálogos? Nunca Babel fue tan dichosa: contradiciendo al relato bíblico, estos babélicos hablan entre sí y con el público lenguas tan diferentes como efectivas. Todos se comunican con todos sin problemas. Es una de las más singulares características de esta tribu. ¿Dije tribu?
Tribu. En el siglo pasado (hace mucho, mucho tiempo) cierto sociólogo creyó adivinar una tribu en una cadena de montaje. Su idea fue muy debatida, luego, quizá con razón, olvidada. Ahora quiero retomarla y pensar en una tribu de producción de proyectos, de formatos y de mercados. Una tribu artística, con lazos intensos, articulada en discusiones, diversión, aprendizaje, desafíos, investigaciones, en mecánicas de sociabilidad y afecto que definen un perfil imbatible. Una de esas tribus que, observadas desde afuera, generan en nosotros espectadores unos deseos locos de pertenecer a sus filas. Una tribu que nos abre sus puertas (¿las tribus tenían puertas?) y que decide sumarnos a sus movimientos, ya no al grito de ¡banzai! sino en el aplicado arrullo telepático de “¡kiosquizate!”. Qué bueno entonces que una vez más entremos en frecuencia.
Kadeáticos de universo ¡salud!
Rafael Cippolini
Primavera, 2008
KDA (hacer click acá) denomina a una población variable de artistas que realiza apariciones esporádicas en ámbitos que le permiten experimentar con formatos comerciales. Ensaya técnicas de difusión y acceso a consumidores de todos los rangos.
Mucho trabajo para mucha gente
Hoy CRIMSON, en Francisco Acuña de Figueroa 1800. Buenos Aires.