miércoles, 21 de enero de 2009

Fetichismo virtual y territorios anímicos

Dolcemare: Sí, sostengo eso: el objetivo de un land, de un sim, es proporcionar una atmósfera. Las ciudades y territorios de Second Life son proyecciones cerebrales. Por eso digo que su objeto es inducir un estado de ánimo, situar en un territorio visual en tanto mental. Los lands que simulan ciudades existentes intentan no distraerte, pero atraen a cierto tipo de usuarios. En lo personal prefiero los imaginarios retorcidos, los sitios construidos desde la ficción.

Napoleón: O sea que, según lo ves, la realidad en los metaversos es pura imitación.

D.: De hecho es así. Un land no es más que un dibujo en 3D, formas, colores. Por eso digo que hay lands que son logotipos, es como si ingresaras en el envase de un producto. Vas al sim del Louvre y estás consumiendo márketing de museo.


N.: ¿Y los lands que son más fantásticos, menos “realistas”, no son también una suerte de márketing de ideas, un mercado que trata de disipar su obviedad? Quien te vende un land, una isla vacía para que modeles, también está haciendo su negocio. Un lienzo en blanco es un producto sólo que de una elaboración diferente a una pintura.

D.: Los pienso como fetiches. Como el coleccionista que te pasea por sus obsesiones. Los mejores lands son obsesivos, alguien que fabrica su objeto de deseo. Están cargados de erotismo, aunque no sean manifiestamente sexuales. Pienso en Necronom VI, la colonia espacial inspirada en H.R. Giger.


N.: Transitarlo es una experiencia ¿no? Desde que me llevaste la primera vez, no dejo de alucinarme con su presencia vegetal, tentacular, tan cargada de referencias.

D.: Tiene muchísimos visitantes. Alguien creó un avatar llamado Oni Horan y desarrolló un proyecto. Lo pienso ahora como a un Des Esseintes, el protagonista de Á Rebours, de Joris Karl Huysmans: un esteta que crea un territorio para voluptuosidad de sus sentidos.


N.: ¿Un land puede ser arte?

D.:
Aún no lo es. No hay un sistema que lo sostenga en sí. No existen aún coleccionistas de lands (aunque los mejores productores de land a su modo lo sean), no existen instituciones que se interesen en ellos de forma sistemática, no conocemos un discurso que las contenga. Además, en proporción son pocos los lugares del metaverso (de los metaversos) que tienen un valor per se.


N.: ¿Y la recreación de un lugar existente no puede tener el valor al cual hacés referencia?

D.: Con la realidad, con el mundo físico, no se puede competir. Me gustan las exageraciones, las tergiversaciones. Rótterdam en Second Life, por ejemplo. Es otra ciudad: inspirada en aquella, posee una atmósfera maligna muy diseñada, una ficción sobre la ciudad de Real Life.