lunes, 20 de julio de 2009

Esquizoversia

La anfibiedad digital como esquizofrenia


Napoleón: El interrogante es ¿por qué sería necesaria otra identidad en un metaverso?

Dolcemare: Me gusta la apreciación. Identidad y no necesariamente personalidad: cambiar de identidad es alterar algunos de los elementos que nos definen, cosa que en cualquier mundo virtual es cosa común. Ahora bien ¿cuáles elementos? ¿de qué modo? ¿por qué?


N.: Comencemos por lo básico: todo avatar tiene una razón. Quiero decir, lo construimos por algo. Nadie está obligado a formar parte de un metaverso, nadie ingresa a Second Life por un mandato. Entonces, desde el momento en que decidimos utilizar un software, nos planteamos una serie de objetivos, aunque no lo hagamos de manera rigurosa y muchas veces ni siquiera consciente. La curiosidad es un motor, el ocio, la investigación, cada cual tendrá sus motivos.

D.: Quienes persisten como usuarios, con diferentes dinámicas, procuran que sus avatares evolucionen. Que tengan mejores gadgets (por ejemplo un buen AO, generador de movimientos), que se vean mejor, que tengan una buena colección de landmarks. Y por sobre todo transforman sus políticas de interacción con el mismo programa.

N.: Admitamos que hay algo que nos atrapa del software. Vamos inventando razones para seguir persistiendo. Volviendo a la pregunta inicial: la extensión personal que establecemos mediante un avatar ¿no está vinculada a la razón de uso de un metaverso? Cada avatar que creamos es una nueva razón.


D.: ¿No deberíamos analizar, en todo caso, de qué modo vamos reelaborando los elementos que elegimos para definirnos en un mundo como Second Life?

N.: O bien tenemos un objetivo preciso (una misión, un plan a desarrollar) o por el contrario estamos simplemente experimentando en alterar los parámetros que nos definen. En lo personal, esta última posibilidad es la que más me entusiasma. Para mí Second Life es pura experimentación.

D.: ¿Qué tipo de experimentación?


N.: Conmigo mismo. Muchas veces en el mundo físico no tenemos tanto margen de maniobra. ¿Acaso no inventamos ficciones y las escribimos por el mismo motivo? Pero es cierto, en nuestro caso es distinto. Nos convertimos en nuestros propios autocobayos.

D.: Con muchas ventajas, pero sobre todo con una: para suspender tus acciones sólo necesitás desenchufar tu computadora. Con el beneficio de que podés volver a conectarte cuando lo desees.