domingo, 4 de octubre de 2009
Ciberbomba
—Usted afirma que el mundo en el que vivimos es un sistema interactivo susceptible de acarrear catastróficas reacciones en cadena; en suma que estamos al borde de la ciberbomba...
Paul Virilio: En realidad me inspiré en una frase que Einstein dijo a fines de los años cincuenta, justo antes de morir. Rotunda y meridiana: hay tres bombas para el porvenir del hombre; la atómica —que viene de explotar—, la de la información —no existía aún la informática— y la tercera es la demográfica: El concepto me marca profundamente porque ya desde mi trabajo sobre la velocidad soy muy consciente de que la interactividad es a la información lo que la radioactividad es a la energía, vale decir una potencia colosal.
La bomba informática es amenazadora por su interactividad, por su dimensión cibernética; aclaro, no es la información la amenaza, sino la instantaneidad y la inmediatez que llamamos interactividad que se produce hoy día a nivel mundial donde existe un efecto de feedback cibernético absolutamente temible. Tal como puede observarse con la bomba atómica.
Por lo demás, los crack de las bolsas que giran por el mundo en estos momentos están vinculados a lo que llamo el riesgo sistémico, el conjunto de riesgos cibernéticos en los que un mercado empuja al otro en su caída y nos encontramos sin más ante la gran catástrofe, el accidente integral. Es la inmediatez de las cotizaciones automáticas la que favorece el crack instantáneo a escala mundial, sin hablar del bug del 2000, el de la datación de los sistemas de computación que corre el riesgo de sumergir en el marasmo y el caos la gestión en todos los campos, imagínese por ejemplo a todos los aeropuertos que dejaran de funcionar e intuya el resto.... Ahora recién comprendo los presentimientos del futurista Marinetti: la velocidad es la violencia en todos los ámbitos. Sería más que necesaria una economía política de la velocidad, o de lo que llamo la dromología, una disciplina que se interese en los estragos ocasionados por la velocidad. La bomba atómica de ayer, la genética de mañana no son concebibles sin la tercera, la bomba informática.
Hay que avecinar para comprenderlas el desorden sistemático de la economía con el desarreglo sistémico de la información. Después de la primera bomba, la atómica, susceptible de desintegrar la materia por la energía de la radiactividad, surge en este fin de milenio el espectro de la segunda bomba, la bomba informática, capaz de desintegrar la paz de las naciones por la interactividad de la información.
Aclaro que no estoy en contra de la técnica, no soy un ecologista que preconizo: volvamos al tiempo de la carretilla o golpeemos las manos en vez de hablar por teléfono. No, lo que digo es paremos de idealizar y de mitificar los objetos técnicos.
Siempre doy como ejemplo que cuando llegó el ferrocarril nos dijeron, será la democracia universal, y en Europa lo que trajo fue la primera guerra mundial, pues los alemanes acercaron sus tropas en tren. La guerra la ganaron los anglosajones y los franceses, que emplearon a su vez... camiones y dieron un paso más adelante en la destrucción.
La segunda, ¿cómo avanzaba?, a golpes de radio y de teléfono. Hitler grita, y De Gaulle le reenvía el objeto... con el programa radial "los franceses hablan a los franceses".
Lo que yo digo es: ¡atención!, cuando un objeto aparece siempre en forma inmediata será utilizado de manera tiránica, en el mal, y habrá que combatirlo, luchar nuevamente a la manera del combate entablado por Jacob y el ángel.
—Milenarismo obliga, ¿no será que cuando lo acusan de Casandra y de profeta tremendista no le disgusta tanto? En mi tierra suelen decir que de poeta y de loco todos tenemos un poco.
PV: Para mí no hay tanta diferencia. Pienso que los grandes poetas son también profetas. En ese sentido Kafka es un profeta, es uno de los más grandes escritores contemporáneos, para mí es el más grande, tanto en el sentido bíblico pues anunció Dachau, y también porque anticipó el siglo 20 con la mayor pertinencia.
—¿Más que Benjamin, Becket y tantos otros?
PV: Kafka es el primero porque tiene una responsabilidad profética extraordinaria a la vez respecto del pueblo judío, de la constitución de Europa, no sólo durante la guerra, sino con todo cuanto sucede ahora. Hoy por hoy cito en este momento mucho a Karl Kraus, que a la poesía suma la visión, y también a Holderlin, otro profeta, para nombrarle creadores muy diferentes que me inspiran respeto.
—El siglo lo empezamos con grandes loas al hada electricidad, ¿no podremos comenzar el siguiente alabando al hada informática? ¿Por qué de entrada tacharla de bruja de todos los demonios? ¿Por qué continuar en la tremendología, con una pizca de escalofrío apocalíptico..?
PV: Mire, no es por decir, pero Chernobyl se produce por la electricidad. Nuestro siglo es el de los grandes accidentes: Titanic y Chernobyl.
—¿Está de acuerdo en que se lo considere como uno de los analistas que efectúan el diagnóstico del estado y males que padecen las democracias?
PV: Sí, además es cierto, están muy amenazadas. En Francia por la extrema derecha del Frente Nacional, y en general, por los tiranos, las mafias y no sólo las que florecen en los países del este sino las que se desarrollan por todas partes. Pero también están amenazadas por la técnica, por la aceleración de la información: la mundialización amenaza las democracias. porque estamos tentados de establecer una democracia "live", en directo, que sería al voto lo que los sondeos son a la televisión. La gran amenaza de Internet es tomarlo por la democracia ideal, especie de megacerebro donde todo el mundo está conectado con todo el mundo y donde es suficiente formular una pregunta para tener de inmediato la respuesta. Eso es la negación de la democracia representativa en provecho de una democracia virtual, o de una democracia automática. El audimat es un buen ejemplo. Esto lo hemos visto a través de los proyectos de Berlusconi, de la influencia de los medios en el pensamiento político y del condicionamiento de los espíritus.
Repito que para mí la democracia es el tiempo de la reflexión en común y no el reflejo condicionado que supone el sondeo de opinión.
Las tecnologías de la interactividad nos conducen a una democracia interactiva cibernética que no será más representativa sino presentativa, que ya no será demostrativa sino mostrativa, es decir alucinante como son los medios. Basta mirar las campañas humanitarias o el teletón para imaginar lo que puede ser una democracia que se les parezca.
Fragmento de una entrevista de Luisa Futoransky que puede leerse completa acá.
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