viernes, 2 de octubre de 2009

Inadaptándonos a Bluemars

(y también a Second Life)


Napoleón: ¿Probaste Bluemars?

Dolcemare: ¿El nuevo metaverso que está haciendo furor? No. Pero me intriga. ¿Cómo es?

N.: Todavía es demasiado pronto (al menos para mí), para esbozar algún tipo de impresión. Pero me hace pensar mucho en el concepto de metaverso, en todas las asociaciones que provoca, y sobre todo en el tipo de usuarios. Y digo que no puedo dar cuenta porque no pude contactar como deseo con las minorías que más me interesan.


D.: Lo mismo opinabas sobre Second Life. ¿Qué es finalmente lo que nos define un metaverso? ¿Las políticas de publicidad de quienes fabrican el soporte? ¿Las particularidades del soporte? ¿El éxito en los medios masivos? ¿La cuantificación? Concuerdo con tu visión: las mejores respuestas (los relatos que más captan nuestro interés) están en manos de unos pocos usuarios que pueden sobreponerse al entusiasmo geek. No existe nada más prescindible que la excitación frente a la novedad.

N.: ¿Tu apuesta es por los soportes que ya se encuentran un poco desplazados del foco de la novedad?

D.: No, no. Para nada. Simplemente que el carácter de la novedad por definición no es homogéneo. Nunca lo fue. Por lo pronto, una plataforma condiciona sus usos, pero no los determina de manera fatal. Es un medio. Lo que me hace persistir en Second Life y me resulta atractivo de Bluemars es que invariablemente generan formas de sociabilidad. Y sigo opinando que esos modos de intercambio cultural son mucho más interesantes que los que puede ofrecer la masividad de Facebook, para proponer un ejemplo.


N.: Creo adivinar por qué.

D.: Porque trafica con la imaginación de otro modo. Como venimos hablando: los tráficos de imaginarios que genera Second Life resultan infinitamente más complejos y ricos que los que puede generar Facebook. Sin dudas, si a medios virtuales nos referimos, su interacción con los imaginarios me resulta clave.

N.: A eso me refiero cuando hablo de minorías. A los usos diferenciales de cada plataforma. En este punto se definen todas las políticas, sobre todo en las ciberculturas: a cómo nos situamos con respecto a la construcción dinámica de lo físico y lo virtual.


D.: Sucede que son transformaciones tan vertiginosas que las naturalizamos demasiado rápido. No advertimos lo extraña que resultaría nuestra cotidianeidad para nuestros abuelos.

N.: Y viceversa. En esto los geeks resultan los ejemplares más adaptables. Diversamente, lo que ensayamos son distintos modos de inadaptabilidad. La diferencia cultural se manifiesta en este desajuste.