sábado, 24 de octubre de 2009

Miradas


La belleza es una forma especial de percibir” escuchamos más de una vez y siempre al pasar. Pero ¿percibir qué? ¿cuándo?. Vladimir Nabokov, que consignó su educación estética a la incesante captura de los “divinos detalles”, sabía que éstos no pertenecen tanto a las vicisitudes del espacio como a los caprichos del tiempo. Por lo mismo, los ensayistas René Scherer y Guy Hocquengheim intentaron definir el “momento estético” mediante dos fuentes: el seminario de estética de Wittgenstein en Cambridge, donde el filósofo vienés explora un instante al que denomina el disparador, y define como “ese impacto, a mitad de camino entre el recuerdo y el descubrimiento, propio de la sensibilidad moderna” y el implacable clic de la máquina fotográfica en el famoso texto de Roland Barthes. El ejercicio de avistar el segundo exacto como quien espía los fugaces movimientos de un animal.

Guillermo Ueno (Sin título, 2008)

Hoy, en la edición impresa de Ñ.