jueves, 31 de enero de 2008

Todos fuimos Kurt Cobain


Clickeá sobre la imagen para agrandarla.

Ya pasaron varios meses pero recuerdo el momento con mucha intensidad. Adrián Villas Rojas me convocó para escribir una hoja de ruta que acompañara su muestra Diario íntimo 3D, donde el protagonista era Kurt Cobain, pero también era un alter ego del mismo Adrián. En ese momento yo estaba releyendo El instante eterno, el libro de Maffesoli que ensaya sobre la tragedia en tiempos posmodernos y se nos ocurrió una búsqueda en la articulación de gestos trágicos, de Cobain a Thom Yorke. Pero jamás llegué a éste último.

Es un texto que escribí en un rato, casi en un rapto. Fue muy agradable hacerlo, reencontrarme con una parte de mí que siempre me acompaña. Era hablar de mis amigos, de tenerlos cerca. Acabo de volver a encontrar estas imágenes y ¡acá están! Son parte de la pre-producción de la muestra.


Esta es la yapa. En este mismo momento estoy escuchando a todo volumen la canción de navidad que estos dos aliens nos regalaron.

lunes, 28 de enero de 2008

+ Iuso Affair


El affair Iuso parece no tener fin, o al menos sigue interpelando de manera incisiva. Ayer, en un cada vez más desdibujado y aburrido suplemento Radar María Moreno propuso su versión de los hechos. Como podíamos esperar de Moreno, es un artículo inteligente pero curiosamente escamotea un dato fundamental: hasta hace no tanto tiempo Moreno fue la responsable (junto a Daniel Molina) del área de Letras y Comunicación del Centro Rojas, en la cual se desarrolla el ciclo Confesionario (área hoy subdividida: Molina en Letras y Moreno en Comunicación). Por supuesto la opinión de Moreno es muy valiosa, pero ¿no es bastante llamativo que no haya aclarado en ningún lugar de una nota tan extensa para este suplemento (6 páginas completas más tapa) su implicación "no tan indirecta" en el asunto? Moreno no es testigo imparcial, sino parte de la institución con claros intereses en el asunto. Vuelvo a preguntarme ¿por qué no aclararlo? Se trata de un texto que toma posición desde la misma bajada de título, con declaraciones tan contundentes como un supuesto repudio unánime a la performance de Iuso ¿Unánime? Una excesiva apreciación semejante –que por supuesto no comparto- sin embargo es muy oportuna, porque da marco a una serie de comentarios bastante graciosos, como el de Cecilia Szperling diciendo: “Lo peor del caso es que [Iuso] siguió hablando en canchero. (…) En este punto quiero aclarar que para mí el arte es forma y que no creo que la gente se haya ido o molestado por el contenido neto de su texto sino por la forma en la que era dicho. Y yo estaba pensando en cortarlo, como cortaría a un autor si acapara el micrófono mas de lo previsto”. En fin. Parece que en el arte ciertas formas deben ser repudiadas. Incluso la longitud. Lo importante es dejar feliz al indefenso y desprevenido público que asiste a un ciclo que se promociona como una exploración de la vida privada, de lo habitualmente no dicho, protegiéndolo de formas indebidas, de tipos que “hablan en canchero” o de más. Ya sabemos: existen ciertas formas que son censurables. Será que habrá que confesarse según ciertos modos y no otros.

sábado, 26 de enero de 2008

Escari Monster



No tiene nombre todavía. Sergio Bizzio propuso Política. Particularmente me gustó. Un grupo de música que se llame de ese modo parece entre anacrónico y acrónico. Lo de Escari Monster fue una ocurrencia en un descanso en la grabación, una variación sobre el famoso disco de David Bowie, a la vez de un homenaje instantáneo a nuestro talentoso amigo Raúl. Hubo una sesión anterior en la que no participé, cuyo director fue mi admirado Anla Courtis. Ésta, hasta dónde sé, la planearon Alfredo Prior y Sergio Bizzio. A mí me avisó Francisco Garamona. Cuando llegué al estudio ya estaban grabando. Además de los citados, pertenecían a la troupe Nahuel Vecino y un amigo de Francisco, un tipo que me cayó súper y de quién ahora no recuerdo el nombre.



Se trata de extensas sesiones de improvisación. Filmé unos cuantos videos que subiré a You Tube en las próximas semanas. Por lo pronto, colgué muchas de las fotos que saqué en el Cippodromo en Imágenes.
Increíble y muy estimulante el estado de excitación general.
Adoro tocar el piano y volver a capturar un poco de aquella inspiración de cuando tocaba habitualmente en bandas. Esta vez, además, estuve sacándole unos sonidos espantosos a un trombón.



Para ver un brevísimo y performático video-cita de Sergio Bizzio hacer click acá.

Para ver imágenes de la sesión hacer click acá.

sábado, 19 de enero de 2008

Blogueando



Hay ideas que son estúpidas por desacertadas en su primera intención, pero que finalmente resultan interesantes en sus efectos.
Hubo un momento en que Charly García y Pedro Aznar convocaron a Enrique Pinti a realizar un disco de rap. La propuesta, desde el punto de vista artístico es por lo menos intrascendente, pero culturalmente no lo es. ¿Qué significa rapear? Es como preguntarse ¿qué significa zapar? Recuerdo haber traducido por encargo un texto de un videoartista italiano de los ’80 que repetía una y otra vez que el zapaba con la cámara. Frank Zappa dirigió y produjo películas, pero ¿podríamos decir que lo que hizo en sus films fue zapar? ¿Hasta dónde abarca un verbo? ¿Cuánto podemos estirarlo?

Me gustan los neologismos mal utilizados. Si Pinti rapea, la malutilización que hacemos del término nos ayuda a pensar ciertos funcionamientos bajos de la cultura, en el sentido de abrir escorzos de pura incorrección.
Un comentario-apostilla de Neocoach me hizo pensar en qué hablamos cuando hablamos de bloguear.

Porque este verbo puede utilizarse retrospectivamente como provocación. Este tipo de desacomodamiento de lecturas (lo que me gusta pensar como rutina de un teórico trash) irrita a los conservadores y me estimula de sobremanera, porque ya no se trata de pensar el trash sino de pensar desde el trash. De aplicar metodología trash en campos que todo el tiempo necesitan parecer serios. ¡Y no hay nada más serio que una buena impronta de conceptos trash!

Me acuerdo de una nota del de Clarín (de uno de los primeros Sí) que se titulaba Punks hubo siempre. (¿Era de Muñoz, no?). Los punks de entonces (mediados de los 80) estaban irritados porque el artículo proponía como punk a Allen Ginsberg, al quien consideraban un protohippie. A los lectores más tradicionales les resultaba una idiotez que se propusiera a Rimbaud en el mismo conjunto cultural que a Syd Vicious. Ahora bien: a esos mismos lectores no les parecía mal que Severo Sarduy, reutilizando el camino de Lezama Lima (incluso pervirtiéndolo) se declarara neobarroco. Lo cual pone en evidencia un complejo de prejuicios enorme.

Ahora comenzamos con esto, con la acción de bloguear por fuera del blog. ¿Cuánto puede durar el blog como tecnología de la cultura? Posiblemente menos que un combinado Winco (para los argentinos, un Winco es un mucho más que un artefacto industrial, para ser toda una categoría estética. Una forma de audio, de escuchar.) Quizá tan poco como un magazine (¿recuerdan ese sistema de sonido contemporáneo al casete que tuvo tan poca suerte?). Pero mientras tanto nos sirve para observar una dinámica de época.
Y para desarrollar ciertas visiones de pequeña escala sobre el mundo.

Este posteo es complemento de éste.

jueves, 17 de enero de 2008

Ensayo y ensayistas



Era muy aburrido, aunque no le daba mucha importancia. Ya había explicado varias veces por qué lo que yo escribía no era crítica de arte sino simplemente ensayos cuyas hipótesis intentaban desacomodar algunos presupuestos con los que se suele pensar el arte contemporáneo, lo cual no es una distinción menor. Pero la haraganería de lectura es tan potente y los formateos tan efectivos, que seguían denominándome crítico de arte. Aún hoy sigue causándome gracia. Imagínense: para alguien que adora a Montaigne y se empalaga con Diderot, la adjudicación fue siempre un síntoma de pobreza de recepción, pero no mucho más.
Hubo varias excepciones, claro. Por ejemplo, Tomás Abraham leyó Manifiestos argentinos como un libro de ensayos, coincidiendo conmigo en que la edición es una forma de ensayística. También lo hizo Ernesto Schoo.

Por suerte hoy el panorama es distinto. Leo en las bases del Premio Arte BA / Petrobrás que tanto María Gainza como Claudio Iglesias son reconocidos como ensayistas y me encanta, porque ambos prestigian la práctica del ensayo aunque su relación con ésta sea lateral. María es autora de muchos inolvidables y deliciosos textos de crítica narrativa, en los cuales a veces asoma un singularísimo brillo ensayístico. Sin embargo, su texto que más disfruté es El último verano, que escribió especialmente para el catálogo del envío argentino a la Bienal de Venecia de 2005, en el que fuimos representados por Jorge Macchi y Edgardo Rudnitzky con la obra La ascensión. Es un texto en el que María se permite acercarse a la obra desde posiciones que son absolutamente ajenas a los modos de la crítica de arte vernácula.
Claudio es un crack, y autor de varios de los mejores ensayos escritos en el país en los últimos años. Sus intereses van mucho más allá de los glosarios habituales del arte, aunque en lo personal sigo reclamándole (y esto es simplemente un gusto de lector atento) más primera persona. Disfruté muchísimo con todo lo que escribió para Éxito y con muchos de sus ensayos actuales.
Realmente me pone feliz que poco a poco haya más lectores que puedan leer con menos anteojeras, aunque el proceso sea realmente lento.

Por los ensayistas argentinos, salud.

martes, 15 de enero de 2008

Gabo



No voy a ser vulgar y comenzar con recuerdos y anécdotas que se amontonan en mi memoria por decenas y decenas. Menos aún con la abrumadora tristeza que me inundó después de una noticia que en todos los casos resulta sorpresiva e inconsolable. Menos aún con los calificativos, que son de los más altos que puedo dar. Hasta hace unos días, Gabo había sido siempre dos años y medio menor que yo, pero en muchas cosas infinitamente más sabio. Nos conocimos poco después de que él cumpliera 16 años. Ya estaba en gestación ese grupo seminal que fue Salto al vacío, única banda en la que Gabo cantó (en Un Gregal, su grupo étnico-instrumental también hizo unas partes vocales y posiblemente con Los extremistas quizá se haya animado a algún unísono). Trato ahora de concentrarme en su voz. En una interminable noche en la que caminábamos por la Avenida Meeks y él estaba excesivamente locuaz. A veces lo era. Pero lo cierto es que no puedo concentrarme. En ciertas circunstancias, los buenos recuerdos lastiman.

sábado, 12 de enero de 2008

El ensayo en tiempos del blog

Publicado hoy en la revista Ñ



Se mueven entre la erudición y la cultura pop. Sus blogs terminaron en libros de éxito. Rafael Cippolini publicó Contagiosa paranoia, y Fabián Casas, Ensayos bonsai. A su vez, Reinaldo Laddaga, autor de Espectáculos de realidad indaga en estas escrituras.

FERNANDO GARCIA Y ANDRES HAX.
fegarcia@clarin.com

Temprano, en la mañana boreal, el ensayista abre su ventana (que es la ventana conocida en ambos hemisferios como Windows) y echa un vistazo al mundo que lo rodea. Este es su diagnóstico, pues.

"Vivimos en un mundo de individuos hiperexpresivos: individuos que hablan de sí mismos en consultorios donde exploran diferentes terapias, individuos que se visten de tal o cual manera sabiendo que de ese modo favorecen las condiciones por las cuales podrán constituir tal o cual identidad, individuos que registran sus acciones a través de cámaras y envían estos registros a su familia o sus amigos o las ponen en el dominio público, en espacios como You Tube. Es probable que nunca haya habido una situación semejante a la de nuestro mundo, donde el dominio de lo escénico haya estado tan extendido como lo está entre nosotros, donde todo el mundo haya estado, de manera rutinaria, compelido a ponerse en escena".

Concluye el ensayista, que se llama Reinaldo Laddaga y está contestando la última pregunta de un cuestionario sobre su libro Espectáculos de realidad y las nuevas coordenadas del ensayo:

"Vivimos en medio de una explosión generalizada de actos de ficción que, desconcertantemente, se realizan en nombre de la sinceridad. Los espectáculos de realidad son inseparables de esta situación. No veo cómo un artista podría, hoy, no estar interesado en ellos. Tampoco veo cómo este hipotético artista, confrontado a esta forma de espectáculo, podría prescindir de imaginar una versión fantástica de ella, que extienda alguno de sus principios y cancele sus elementos más funestos".

Hay en la conclusión de Laddaga un golpe de época que marca la necesidad de encontrar nuevos speakers para delimitar el complejo bosque de artefactos culturales en el que vivimos. Para esto se requieren cazadores de significado que dispongan mapas, herramientas.

Este horizonte cruza a tres autores argentinos que en 2007 marcaron, con sus respectivos libros, una nueva frontera para el ensayo. En Contagiosa paranoia, de Rafael Cippolini; Ensayos bonsai, del poeta Fabián Casas y Espectáculos de realidad de Laddaga, se vislumbra una mirada generacional (autores nacidos en los 60) que hace equilibrio entre la erudición académica (entre la teoría del arte contemporáneo y las vanguardias literarias) y la erudición pop (rock, música electrónica, televisión). Una mirada, sobre todo, a la que le toca hacer equilibrio entre la palabra escrita (con sus tiempos de impresión y publicación) y la palabra virtual (capaz de pegar pensamiento y lectura en ese viaje inmediato: post). Libros de ensayo en un momento en el que la novela se pliega hacia el ensayo (Vila Matas, Coetzee, Sebald) y en el que la blogósfera ha revelado una cantera de ensayistas amateur.

Al ensayo 2.0 le toca desplegar sus armas en este frente sobresaturado de escritura y pensamiento, de diarios privados-públicos que se abren hacia el infinito por sus comments y nunca terminan verdaderamente de escribirse.

Estos ensayistas están, como manifestaba Laddaga al principio, cruzados por esta realidad y antes que apocalípticos o integrados habrá que recatalogarlos como anfibios (tomando prestado y ampliando al resto la palabra que usa para definirse Cippolini en su relación con Internet).

Contagiosa paranoia y Ensayos bonsai podrían tener un lugar en el inventario inmediato como los primeros libros de ensayo sucedáneos del fenómeno blog. Cippolini acomete aquí con "remixes" (usa una figura de la cultura dance de compleja traslación al campo de lo escrito) de sus textos para Cippodromo(y otras publicaciones previas en papel), su manifiesto on-line. Es importante detenerse en el perfil que presenta Cippolini en la web: "ensayista full time". No está aquí el novelista que recoge sus apuntes sobre el mundo de todos los días y lo anexa al amparo de su nombre o estilo. Ensayista, ensayista, ensayista duro, Cippolini está redefiniendo un espacio.

"El ensayo no es solamente un género, sino que es una forma de vida. Ensayo también en el sentido más vulgar e inmediato de ensayo y error, como el paso previo antes de estrenar una obra, el que tiene una banda de rock antes de salir a tocar. Ese momento provisorio es el que me interesa más. Es decir, no me interesa llegar a una obra terminada. Que el texto sea un rastro, que sea provisorio", afirma.

On line –Cippolini exhibe además su avatar virtual– lo suyo es un cruce entre arte contemporáneo, tecnología y cultura pop. Lo más lejos a lo que ha llegado ese cruce es la formulación de un mapa teórico para entender los alcances de ese nuevo mundo (vituperado y ensalzado en partes iguales por los medios tradicionales) que es Second Life. El blog traslada su estrategia– capítulos entrelazados por textos cortos, textos post–a Contagiosa paranoia, el libro. Se trata de un indispensable catálogo de de-generados (los que dinamitaron las comodidades del género) en donde Cippolini oficia de arqueólogo. Su trabajo es detectar las excavaciones que unen, por ejemplo, al grupo que tradujo el Ferdydurke de Gombrowicz con la fundación del movimiento Madí. O esto: el camino que lleva de Alberto Greco a Palito Ortega.

En ese mismo nivel de heterogeneidad trabaja el poeta Fabián Casas, aunque lo suyo está más cerca de una colección de apuntes sentimentales. Ensayos bonsái arranca con una reflexión trasnochada sobre Julio Cortázar–viendo a Cortázar en el cable–, sigue por Led Zeppelin, Beckett, Joyce, Abbey Road, Zidane, todo jugado al mismo plano. Muchos de estos textos tuvieron vida virtual previa en el blog del escritor Pedro Mairal y, como sucede con algunos tramos de Contagiosa paranoia, tienen, justamente, contextura de blog. El objeto libro pareciera exigir un espesor distinto a esa "prosa al tuntún" de la que se habla en la contratapa. El mismo Casas da cuenta de esta categoría difusa. "Creo que la calidad de la blogósfera depende de quiénes escriban en ella. No tiene en sí misma, como soporte técnico, una ontología de calidad. A mí me sirve para no tomarme tanto en serio, que me parece uno de los grandes pecados de la gente. Escribo algo, se lo paso a mi amigo Pedro Mairal, el lo sube a su blog y listo". Como Cippolini, Casas defiende al ensayo como lo no-hecho y rompe con cualquier forma que lo prefigure: "No tengo una idea sobre la morfología que debe tener un ensayo. Yo encuentro más poesía en los ensayos de Borges que en sus poemas hechos y derechos. Ensayar es acercarse a algo, tirar y errar. De ahí el epígrafe de (el actor) David Duchovny que le puse al broli".

Duchovny: "Lo que yo busco en la performance de cada actor es el Hamartia, un término de arquería que se refiere a la forma en que se yerra, no a la forma que se acierta". Pienso, luego posteo. El ensayo 2.0 opera en esta máxima, al menos para la franja amateur que conquista la blogósfera y repite con la escritura el fenómeno de la fotografía. Laddaga indaga en la noción de Junkspace (espacio basura) del arquitecto holandés Rem Koolhaas para redefinir lo específico del ensayo. "La expresión me parece feliz para describir el plano ultradenso de mensajes que constituye nuestro entorno inmediato. La expresión, por otra parte, subraya otra cosa: la impresión de descomposición más o menos generalizada que me resulta difícil no tener. La práctica del ensayo (que quisiera poner orden, aunque parcial, en alguna región de este espacio) se vuelve en estas condiciones particularmente importante".

En Espectáculos de realidad, Laddaga busca vincular a los narradores latinoamericanos de los últimos veinte años que marcan la agenda de hoy. Su estilo no es el del polemista –no hay aquí otro Literatura de izquierda (Damián Tabarovsky), insoslayable lectura para este panorama–: la fricción en el recorte. Para Laddaga cuentan César Aira, Fernando Vallejo, Joao Gilberto Noll, Mario Bellatin y Osvaldo Lamborghini. La tipología 2.0 aparece aquí en la capacidad de Laddaga para vincular autores y libros con el escenario antes descripto. Escribe Laddaga: "Estos son libros que se escriben en una época en que por primera vez en mucho tiempo, no está claro que el vehículo principal de la ficción verbal sea lo impreso". Por eso dirá que las novelas de Aira son "emisiones" (en el sentido televisivo del término) y que la velocidad de algunos de estos autores prefiguró al usuario del blog (el urgente "quiero publicar, luego escribir" de Lamborghini): "Son libros que parecen escribirse mientras se imprimen", observa.

El ensayo de Laddaga es casi meta-ensayo. Se propone atravesar una galaxia de libros que "ensayan cómo debiera ser la literatura" en estas condiciones de espacio sobresaturado, de espacio basura ("nuestro mundo se parece al universo del Ireneo Funes de Borges que le decía al narrador del cuento que su memoria era un 'vertedero de basuras' "). Aunque menos pop que Cippolini y Casas y definitivamente más cerca del texto teórico sus panoramas no rehúyen utilizar la idea del trance y la improvisación en la música electrónica o la fabulosidad en Aira a partir del cine industrial de Spielberg. Con todo, hay una coincidencia sobresaliente: el uso determinante de la primera persona (Beatriz Sarlo recién utilizó ese registro en La pasión y la excepción de 2003).

Casas: "Tal vez a través de las ideas uno dé cuenta de una biografía colectiva".

Laddaga: "En primer lugar, todos los que escribimos sobre arte, literatura y música, sabemos que no hay, para la clase de fenómenos que nos interesa abordar, perspectivas que trasciendan las personales".

Cippolini: "Cuando vos estás escribiendo un ensayo estás investigando qué te pasa con algo a vos. Hay una exploración personal cruzada con una hipótesis".

Estos ensayos 2.0 vienen también a ocupar una franja que se abre entre las publicaciones doctas y el ensimismado diván argentino (ese "cómo somos" que no termina de cuajar como Historia ni como Sociología). Los tres, de distinta manera, buscan restablecer una forma multidisciplinaria que le es propia, o que debería serle propia, al ensayista.

Cippolini: "La ensayística con el tiempo se fue especializando cada vez más. Ya no se escribe en el intermedio, donde todo se hace incómodo. Y ese es el lugar que me interesa a mí".

Casas: "Sé que es en los cruces donde está lo más interesante. Que los caminos de los puristas conducen irremediablemente al fascismo".

Epa. La palabra "fascismo" introduce aquí una dimensión política directa cuya ausencia es también una clave del ensayo 2.0. No parecen continuarse aquí los caminos de una ensayística jugada por una u otra plataforma de pensamiento político. ¿Será en ese sentido light el ensayo 2.0?

Casas: "Todos los ensayos son políticos, aunque hablen de la genealogía del tomate".

lunes, 7 de enero de 2008

¡Los artistas son taaaaaaaan bestias!

En una de las entradas del blog Linkillo, fechada el viernes 21 de diciembre último, leemos:



Transcribo: Llegamos a la siguiente conclusión [con Edgardo Cozarinsky] en relación con la última entrega de Confesionario: ¡A quién se le ocurre invitar a "artistas" a que hablen! [tachado] Los artistas son tan bestias, quiero decir: taaaaaaaan bestias, que no controlan los efectos de discurso. Que hagan arte, los artistas. Que expongan en Ruth Benzacar, que vendan. Pero que nos ahorren la pesadilla de escucharlos.

No se entiende muy bien por qué el tachado, como si fuera una autocensura. Como sea, el comentario no sólo es triste. Es reaccionario.
Perdón ¿quién no controla los efectos de discurso?



Addenda

Es por lo menos curioso que quien dijo

Yo creo que aquello a lo que uno le da forma en la ficción es inventado a partir de cosas vividas. Hay un diálogo entre realidad e imaginación y llega un momento en que no se sabe exactamente cuál es el límite. En Maniobras nocturnas, por ejemplo, el narrador, que tropieza en una revista con el nombre de un ex compañero de la juventud disparando entonces un regreso a sus tiempos de servicio militar, puede tener un cincuenta por ciento mío y otro cincuenta inventado. O de pronto me digo: "Y eso inventado, ¿no está sacado de cosas que me contaron amigos?" Y si lo he elegido para alimentar el personaje, ¿no es porque corresponden a algo de ese personaje que tiene mucho de mí?

Luego no entienda el límite entre realidad y ficción y se queje:

Sólo en el emputecido mundillo del arte este hombre [por Guillermo Iuso] puede posar de artista

(Revista Veintitrés, jueves 13 de diciembre de 2007).

Al menos en la constante indagación sobre el sitio y los efectos de la ficción, Iuso parece ser mucho más efectivo que el autor de El Museo del Chisme.

viernes, 4 de enero de 2008

Los orígenes del dark argentino



La mayor carga dark del rock argentino no la tuvo ni Richard Coleman, ni New Smog de Art Nouveau, ni menos aún Don Cornelio en sus primeras actuaciones. El más concentrado dark argentino sin dudas se encuentra en las letras de Sui Generis. Ningún otro grupo cita tantas veces la muerte como este dúo: desde Canción para mi muerte a Natalio Ruiz, pasado por Mariel y el Capitán a Mister Jones. La muerte reaparece en cada uno de los integrantes del casting de sus hits. Repasen su discografía. Y no sólo la muerte: como en ninguna otra poética del rock de los ’70 en nuestro medio se repite la palabra policía. Notable resulta, sin embargo, que este síntoma no continúa en las composiciones solistas de García. ¿Nito Mestre foco absoluto dark de la segunda generación del rock local?